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lunes, 20 de diciembre de 2010

Eclipse de plenilunio

Y le dieron las diez y las once, las doce, la una, la dos y las tres…y entonces se levantó de la cama harta de dar vueltas. Bebió un vaso de agua en la cocina y encendió el televisor. Bienvenido Mr.Marshall era tentadora y el poder de convencimiento del contratista irresistible, pero confiaba quedarse dormida mucho antes de que terminase el peliculón, perfecto en blanco y negro porque molesta menos a los ojos cansados que los colores y las voces de One tree hill ¿Pero por qué le ha dado ahora a todos los canales por emitir películas de terror? ¿Es que la gente no tiene suficiente con ver los telediarios, o los reportajes callejeros sobre la inmundicia y la miseria social y comunitaria? Quizás sea precisamente en un afán necesario de evasión del terror que provoca la realidad de cada día el que se enfrasquen en una trama que con solo las letras góticas de los títulos de crédito goteando sangre harían gritar al más sensible. A las tres de la madrugada no había nada que sirviese ni para adormilar al televidente. Un desastre para la insomne que contaba las horas que le quedaban de descanso sin descansar. Alicia llevaba dos días con el sueño alterado. Conocía su dificultad para conciliarlo, pero por suerte no era habitual que se desvelase hasta tan tarde. Lo peor es que la angustia que le provocaba una conversación pendiente le agitaba la respiración así como los latidos del corazón. Eso no le gustaba, porque si la obsesión se apoderaba de su mente su cuerpo estaría destrozado durante un par de días por no dormir. Quería  dormir tranquila, levantarse temprano, trabajar…un ruido al final del pasillo la sobresaltó ¿y ahora qué será eso? El viento empezaba otra vez a levantarse después de un día de calma. Los silbidos que se colaban por los intersticios de puertas y ventanas traspasaban incluso los tapones de los oídos que utilizaba en esas ocasiones. Pero ¿qué le estaba quitando el sueño? El té era muy suave y de espabilarla no podría ser la causa de seguir en vela a las 4 de la madrugada. La conversación no era tan importante, sólo delicada. ¿Lo que conlleva? Será hambre. Sintió un poco vacío el estómago, apenas había cenado después de la merienda. ¡Claro! ¡La naranja! ¿cómo era eso que dicen de una naranja por la mañana es sana, por la tarde mata y por la noche remata? Bah, imposible que una sola naranja me tenga en este estado a las 4 y media, se dijo tratando de convencerse mientras el ruido de las olas estallando contra la escollera retumbaba en la casa. Está fuerte el mar, pensó pero no se dio cuenta de la luna. Por fin concilió el sueño y ya a media mañana, mientras se tomaba un café con su compañero de trabajo conoció el posible motivo de tanto desvelo: “habrá un eclipse de luna a las 7’40 del día 21”¿quéee? ¿Cómo se le había escapado este fenómeno? –sencillo, no veía los telediarios…


Consultada la web del Instituto de Astrofísica IAC, trató de organizar el día de manera que pudiese estar rendida a una hora decente y así dormir las horas reglamentarias para estar en forma y sin arrugas. Se levantaría un poco más temprano de lo habitual para tratar de pillar la alineación de la sombra del Teide con la luna roja. Si el tiempo no la dejara ver nada, entraría en la web para ver el fenómeno en directo. No comería naranjas, ni tomaría té y la conversación pendiente ya se la había quitado de encima. Misión dormida.

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