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domingo, 25 de septiembre de 2011

Las etiquetas

Nunca me gustaron las etiquetas, ni las de la ropa que te mortifican con los bordes ásperos y que solo puedes quitar a costa de hacer un agujerito en el tejido por más que tengas cuidado, ni las de personalidad que resultan de un cuestionario de revista. Nunca conseguí contestarlos con la simpleza de elegir una de las posibles respuestas que ofrecen. Siempre hay varias posibilidades dependiendo de la situación, del momento, del ánimo. Archivar los apuntes de clase se reduce a poner en la carpeta el nombre de la asignatura, pero colocar los libros en las estanterías de la biblioteca vuelve a exigir algo más de tiempo y lógica, por año escolar, por materia, por conjunto de materias, por uso cotidiano o por ya leídos, los didácticos para niños en la sección infantil o en la de consulta práctica, los de viaje junto a las guías turísticas, pero ¿y los que cuentan historias personales mientras se viaja?¿literatura de viajes? ficción, no-ficción…es tan sutil la frontera entre lo que se supone que es real y la realidad de lo que se supone irreal que cualquier categoría, cualquier etiqueta podría ser válida, otra cosa es conseguir diferenciarla, evaluarla, clasificarla y acertar, porque cada uno tiene su propia manera de etiquetar y en esto hay de todo como en botica…Dentro de no mucho tiempo este blog cumplirá dos añitos. La aventura de enfrentarme a una pantalla en blanco con la intención de publicar ha sido verdaderamente épica. Las equivocaciones al elegir etiquetas, los fallos al optar por un tema, una visión o un punto de vista, las dudas ante el efecto que pudiesen provocar afinidades o contrariedades, han ido maleando con tiento a la aprendiz de bloguera. Desde el principio, tuve la certeza de que al no clasificar “Desde la terraza” en ninguna de las categorías que se proponen, el número de visitas se iría incrementando por goteo y no a manta (como se regaba antes de las sequías, las crisis y las técnicas de maximización de aprovechamiento de los recursos) y aunque una avalancha de agua muy de vez en cuando pueda irle bien a las tierras para lavarlas, gotita a gotita se ha ido llenando esta alberca de los deseos, que surgió jugueteando con las plantillas y los nombres de lo que podría ser de atreverme algún día, y que en un minuto y medio provocó un cambio en mi vida. Quepasaraconlasbibliotecas se convirtió en mi pequeño escaparate y una se transformó en escaparatista. Otra cosa es que lo expuesto guste siempre a todos. A los amigos que dejan de leerme porque es un rollo lo de los pesticidas, a los que echan de menos más emoción si cabe en algún gran acontecimiento, a los que arrugan la nariz cuando el texto empieza subiendo el telón, a los que les gustan las crónicas de algún suceso y si es macabro mejor, a los que me dicen que les picó la curiosidad y buscaron más información sobre una exposición o un pintor, a los que piden algo más cotidiano, a los que me dicen que les gusta cómo queda el escaparate y a los que no les interesa en absoluto este bazar, gracias. Miles de gracias. Cada comentario ha sido y es muy importante para tomarles el pulso y para tomármelo yo. Miles de gracias, porque cada visita que me anuncia el contadorwap de David, me provoca una alegría enorme y me estimula para seguir adelante, subiendo esta cima tan alta y que da tanto vértigo. Las banderitas en el mapamundi me dicen que los que están más lejos siguen ahí supliendo la ausencia de noticias. Y a pesar de la falta de etiquetas en este espacio por querer picar en muchas de las cosas de la vida, esta expedición está en los ocho miles…para muchos no es gran cosa, para mí es como haber pateado el Himalaya, cansada, nerviosa, asfixiada, pero muy feliz.

(Continuará…)
Lock Lomond, Escocia

domingo, 18 de septiembre de 2011

De sombras negras en noches en blanco...

La noche en blanco se tragó algunas sombras negras de las que emergen del subsuelo tragándose a los espíritus que no van hacia la luz…Serena estaba de paseo con unos amigos cuando parada en el puesto de pinturas de Angelita, en medio de una charla interesante con un librero que le acababan de presentar, sintió la invasión energética de una de esas sombras que había conseguido quitarse de encima en el pasado. “Coño, Fulano”, fue lo primero que se le ocurrió como saludo para no ser falsa ni despertar los anhelos del contrario. Disfrazado de hombre viejo, bueno y candoroso, tras las barbas que desviaban la atención de una dentadura mal cuidada, las ansias de conseguir a una presa a la que hincarle los colmillos y chupar su sangre se le salieron por las órbitas de los ojos saltones de tanto buscar, de tanto mirar con afán de someter al otro tocándole la fibra. Digno y sorprendido por tan cálido saludo dio dos o tres pasos atrás y se mantuvo desafiante lanzando un contraataque poco efectivo: “coño, Serena”. Serena no tenía ganas de saludos forzados, ni de gastar su energía en conversaciones que no le interesaban. Leonora hacía tiempo que le venía diciendo al grupo que eso era consecuencia de la edad y que se iba agudizando y ya hacía meses que se confirmaba tanta sapiencia. A pesar de todo no quiso ser grosera, porque tampoco había cambiado tanto su forma de ser ni de actuar, y se levantó para continuar con el ritual social de chocar las mejillas, aunque le desagradase, simplemente por no ofender. El roce de los campos magnéticos no produjo empatía alguna y con disimulo se sacudió la carga contraria para no quedarse con un peso que no era suyo. Es curioso como el tiempo, los años transcurridos no consiguen borrar las huellas de determinadas personas, para bien y para mal, en unos y en otros. Los olores, los besos, el tacto de la piel, un apretón de manos hablan más de nuestras afinidades y rechazos que cualquier discurso. A veces ocurre que tratamos en vano de no hacer caso de esas señales para darle una oportunidad al error, a la confusión, a la duda…al destino…pero todo es cuestión de tiempo…todo llega, y esa noche llegó el momento de pararle los pies al aprendiz de gurú que no dejaba hablar al otro cual araña peluda tejiendo su tela relamiéndose ante el festín que veía próximo, y en uno de los incisos, entre sus continuas correcciones de forma y fondo del uso del lenguaje, coló un “ya te contaré yo todo ese entramado…” entonces la fuerza brotó y se manifestó como el eructo de un bisonte: “no tengo ningún interés en entrar en ningún submundo, sea del tipo que sea. Estoy muy bien en mi mundo”… debió de ser un aire con sonido a trueno y olor apestoso, porque el encantamiento no llegó a su fin y el gurucito hizo mutis por el foro –no por nada se proclama actor de escenarios – y la sombra ofendida, además, volvió a su submundo, uno de esos que Lovecraft describía con tanta lucidez que hubo que dejar de leerlo. El librero siguió con su discurso, Angelita y Agustina sintieron de alguna manera la tralla del relámpago y permanecieron a cubierto. Vicki llegó con su aire de vintage ajena a toda la movida y refrescó el ambiente con su buen ánimo. Pero Serena se cuajó un tantito. En medio de la tensa situación no escuchó que sonaba el teléfono. Le quedaban unos amigos por encontrar en la plaza. El ruido del escenario y los quioscos con la música altíiiiiiiiiisima contribuían a su aturdimiento. Necesitaba comer algo y refrescar su garganta. Un mensaje desde otra plaza le deseaba que pasase una buena noche. A pesar de la tremenda empatía que existía, de la huella que los años no habían podido borrar, solo pudo contestar que había mucho ruido e iban a ver si comían algo…cómo contar lo que acaba de pasar y…para qué…estaba aprendiendo rápido…muy rápido.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cambio de estación

Se acaba el verano…es la frase que más se oye estos días de vuelta a la rutina del hogar, del trabajo, de los horarios de clases  y consultas médicas…Se acaba el verano en el hemisferio norte, claro, porque en el hemisferio sur se van aligerando las chaquetas y la primavera empieza a asomar tímidamente. Hay quien no se ha ido todavía de vacaciones de verano. Hay quien ha compaginado trabajo y descanso a la orilla del mar. Hay quien ha buscado la montaña para sacarse el ruido de la cabeza y así serenar un poco su espíritu. Hay quien lo ha conseguido con la visión de un atardecer sobre el mar de nubes más mullido del planeta. Hay quien pasa del cielo al infierno en tan solo unos minutos, pero el cielo espera, espera a que el infierno se agote de quemarse a sí mismo, ahogado …entre dos tieeeerras estáaasy no queda aiiireee que respiraaaar ooooooooohhhhhhhhhh, respirar, respirar  la fresca brisa del verano que se apaga, respirar la fresca brisa de primavera que florece…Los glaciares se deshielan, el desierto avanza, las estaciones están cada día más locas como los mortales, pero se abren pozos en Botswana, el Perito Moreno se resiste a retroceder, se talan árboles invasores  en Sudáfrica para replantar sus arbustos autóctonos que equilibran el suelo y el ecosistema…El fin del mundo está a la vuelta de la esquina, pasado el faro del Canal de Beagle, la isla de los pingüinos y los alcatraces…Es otro mundo dentro del mismo mundo. No tiene nada que ver con lo conocido y sin embargo lo es todo fundido en blanco…la nanotecnología descubre la invisibilidad de la materia no porque no exista o deje de existir, sino porque se puede ver a través de ella…aflora la escena de Marypoppins en la que Bert le dice a Jane y Michael  “hay que pensar, parpadear, cerrar los ojos y saltar…” pero nada sucedió, es decir nada sucedió hasta que Marypoppins cogió las manos de los niños y avanzó diciendo “a la una, a las dos y a las tres…” y de pronto se vieron en el emparedado de un parque…junto a un tiovivo…”…respirar, cerrar los ojos y saltar…y cuando los vuelves a abrir estás durmiendo sobre la cama de tus sueños, leyendo tumbada sobre el sofá real, escribiendo en el escritorio que visualizaste durante años…la vida es hermosa, como la otra tarde abrazada a un sueño…