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domingo, 2 de noviembre de 2014

Dejarse fluir


Dejarse fluir y no empeñarse en algo que creemos querer más que nada en el mundo, no es opuesto a echarle un empujoncito al destino y ayudarlo a alcanzar ese deseo, ese sueño que ansiamos a la vez que tememos, porque de realizarse podría cambiarte la vida y mucho.

No cambiamos, pero si aprendemos, podríamos adaptarnos como el agua según las circunstancias… las carreteras son rectas y con curvas, como los ríos, no?...


Descubrir que tanto uno como otro tienen razón, su razón, la razón, relaja la tensión de la expectativa nunca satisfecha. Palabra mal dicha, malinterpretada, por el tono al leerlo o al escucharlo, por cómo lo dice uno y cómo lo recibe el otro…Si la crispación se metió en tu rutina, párate, hazle frente, encárate con ella  y  reconoce que necesitas unos días para serenar tu espíritu y mejorar el equilibrio general de tu organismo y, por contagio, el de los de tu entorno. 


Uganda. Magezi Clowis, 2013.

Ayuda mucho encontrar a alguien que te dice que si no entiendes algo te hace un dibujito jajajaja, sencillas palabras que pueden curarte, porque te hacen reir y la risa ya se sabe que es una de las mejores curanderas…y la energía te cambia, como cuando empiezas la sesión de yoga, que en la primera postura ya notas cómo se mueve y se desbloquea, que tu cuerpo respira entero, o cuando giras a lo sufí y tus brazos se elevan por sí mismos hasta que ya no pueden separarse de los hombros y te ayudan a mantener la conexión arriba y abajo y la angustia, la pena, la tristeza enquistada en alguna esquinita a la que el escobillón no llegaba es absorbida por ese agujero que no es negro, pero se lo lleva todo salvo la ternura, las ganas de crear, de dejar salir lo hermoso que hay en ti, a pesar de que a otros les parezcan tonterías y que te sobran pajaritos en la cabeza…¿no es más alegre tener pájaros que te trinan con alegría a cuervos que te graznan? Por Dios, me acaban de venir la Blancanieves y la Maléfica del cuento, ah no que Maléfica es de la princesa Aurora, uuummm princesa sí, que sueña durmiendo durante 100 años y cree seguir soñando cuando la despierta su príncipe tras luchar invencible por su amor…


Ay, el amor que todo lo puede y todo lo mueve y todo lo transforma…cuentos de hadas que para muchos no existen, pero hace muchos años leí en un “Más Allá", y así lo siento, que tienen un fondo esotérico y con “El libro de las emociones” de Laura Esquivel me regocijé con su exposición y discurso, tan sencillos y visuales como su receta de pétalos de rosa, en “Como agua para chocolate”.

Dejarse fluir y tener la paciencia suficiente para esperar que los sueños se cumplan. Atentos a las señales, a las energías que se mueven y se enquistan y se vuelven a mover. Agradecer el conocimiento compartido de los otros y el que está por compartir, así como las emociones, los abrazos, los besos y las sonrisas. Porque la transformación llega si nos aplicamos concienzudamente en ello y con ella la plenitud, la alegría y el sentido de la vida…