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domingo, 26 de junio de 2011

Manon, Werther, Lang Lang y los tesoros de Afganistán


Manon – Ballet en la Royal Opera House, Londres.

Manon: Tamara Rojo

Les Grieux: Carlos Acosta

Lescaut: José Martín

Música: Jules Massenet



¿Cómo contar nuevamente sin repetirme sobre la gracia, el talento y el esfuerzo y lo exquisito de Tamara Rojo sobre un escenario? Es como seguir sorprendiéndote de las cosas de la vida, sobre todo cuando el universo se confabula para canalizar el movimiento que genera el primer paso llevándote muy lejos.
La elegancia de la coreografía de Kenneth McMillan para mostrar las actividades propias de un burdel sin molestar, sin herir las sensibilidades que a flor de piel se airean con pudor, pasando de unos hombros a otros…el doble giro en el aire sobre su propio eje cuando Les Grieux la lanza desesperado queriendo reanimarla en su agonía final, amando después de todo y ante todo a la niña que camino del convento paró en la fonda para encontrarse con su hermano Lescaut que, convencido por unas monedas, la presentó a un viejo rico que la quiso para él y alguno más, haciéndola caer en la tentación del querer más encandilada con el brillo de las joyas…Todo preciso y precioso, aunque la música de Massenet siendo muy bonita esté un poco falta de pasión y fuerza, para algunos gustos…



Y en esa misma tónica los intérpretes de Werther, también en la Royal Opera House, no pudieron hacer más ni mejor sus respectivos papeles:

Rolando VillazónWerther

Shophie KochCharlotte

Eri NakamuraSophie, hermana de Charlotte

Audun IversenAlbert

Música: Jules Massenet

Para los ingleses del momento, el amor pasivo de Werther era patético e incluso Charlotte le dijo eventualmente Be a man! Ponerle fin al apego de una criatura que no puede hacer más que darte lástima…

Los franceses, más que patético lo consideraban trágico, porque era todo alrededor del destino de un alma sencilla bajo un mal orden social…

Bonito dúo de Charlotte y Sophie y magnífica muerte de Werther en la escena final con Charlotte.

Lo mejor de la sencilla puesta en escena, la habitación donde agoniza el poeta que aparece lejana y minúscula, como un cuadro, acercándose al patio de butacas al compás del interludio tan massenetiano. Sin duda, los más relevantes momentos son los del tercer y cuarto acto. Un poco más de pasión después de una hora en la que no sucede nada, en la que Werther es incapaz de sacudirse la pena y el contratiempo quedando atrapado en su propio agobio.

¿Tragedia francesa, patetismo inglés? En cualquier caso le falta a la obra un tantito de pasión a la española…O quizás si la tenga, ya que se suicida...La música es bonita, unos acordes wagnerianos animan al desprenderse Charlotte de sus sentimientos escondidos por el poeta. Casada con Albert por una promesa que la madre la exigió antes de morir, ¿Qué derecho tenía su madre a semejante exigencia para morirse tranquila? …¿Y hasta dónde debía mantener Charlotte su palabra empeñada? Para un alma noble, hasta sus últimas consecuencias. Debió haber tenido la fuerza suficiente para decir no a la promesa, que lo pensaría, que lo intentaría, pero nunca someterse a los deseos de otros, por mucho que la quisieran, porque su vida cómoda y segura no tenía nada de entretenida ni apasionada. Pero claro, aquello eran otros tiempos en los que las pobres mujeres no tenían derecho a nada, debiendo vivir a la sombra de un hombre…alguna hay que sigue prefiriendo esa existencia, pero las revoluciones van cambiando las costumbres y hasta en China las mujeres han copado un alto nivel profesional, aunque todavía como en países tan desarrollados como España jajaja, los sueldos no se equiparen al mismo puesto según el género…pero sigamos con las notas musicales…

De la China es el joven pianista Lang Lang que empezó calentando sus ágiles manos en la primera parte del programa con Bach y Schubert en el Royal Festival Hall para desparramar su virtuosismo en 12 preludios de Chopin que el compositor creó y recreó en un ataque por sacarle el máximo provecho al nuevo piano con ampliación de octavas…



Todo esto aderezado con una estupenda exposición de los Tesoros de Afganistán en el British Museum, con sus restos griegos y sus recreaciones de huertas cultivadas frente al desolado desierto, ciudades arrasadas por las huestes de los pueblos bárbaros que lejos de admirar la belleza y el conocimiento en un cuerpo sano y bien ejercitado, prefirieron acabar con todo lo que les era ajeno a su tosco entendimiento…Parece ser que fueron los primeros en extraer el lapislázuli, calentando la grieta y fundiendo la piedra y echándole agua a presión para que se soltase y luego la trabajaban para joyas, sellos y adornos funerarios. Como decía, todo esto ha resultado ser un preámbulo maravilloso para viajar y descubrir las joyas de Oriente...