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martes, 29 de diciembre de 2009

Vuelve a casa por Navidad



...No tuve la sensación de que hiciese tanto tiempo desde la última vez que nos vimos, más bien como si alguno hubiese desaparecido un par de meses y nos estuviésemos poniendo al día de los últimos movimientos vitales...Relativo, todo es relativo...el espacio, el tiempo, los cariños...bueno, quizá algún cariño sea absoluto, simplemente por pesado, consistente, imperecedero, incondicional...

Después de décadas con el "vueeeelveee, a casa vuelveee, por Navidad" se le siguen poniendo a uno los pelos de punta al escuchar y ver el anuncio televisivo con el hijo que lanza desde la puerta el sombrero de Indiana Jones sobre el sofá dando una sorpresa a su madre...Qué bueno que no hayan cambiado el anuncio, qué bueno que se celebra la Navidad, qué bueno que los hijos vienen a ver sus madres...

jueves, 24 de diciembre de 2009

¡FELIZ NAVIDAD...


...A LOS 73121 VISITANTES DE MI BLOG!


(Entre nosotros es el númerito de loteria que jugué y que no pilló na de na, eso si tenemos un vientecito y una olitas estupendas, jajajajaja)

domingo, 6 de diciembre de 2009

Holaa, holaaa, sí, sí, probando, probando…mi amiga Fata me pide que actualice el blog, que no se mueve… ¿que no se mueve? ¡Si no he parado! Claro que ella no me decía que me moviera yo. .. el problema es que para que el blog se mueva la que lo rellena tendrá que estarse quieta un rato al menos, no? O no tener la cabeza llena de mocos durante una semana, invirtiendo el tiempo como limpia cristales, ordena altillos, airea jerseys (con todos sus ácaros y vuelta a empezar con la asfixia y el recurso de la aspiradora) con vistas al invierno que no llega, en la costa al menos. Esto es un sin vivir. La cadena de acontecimientos desborda horarios, planificaciones y previsiones para imprevistos. Una escapadita de fin de semana al concierto de Depeche Mode se convirtió en una jincama de almuerzos, cenas, visitas de un día para otro a una amiga en los pirineos franceses, calçots (riquísimos, por cierto), cava, champán, foie-gras, lechugas ecológicas deliciosas que viajaron en la maleta de vuelta (¿he dicho que tengo unos amigos estupendos?) jajajaja, en fin, que las 3 horas y pico de avión no las usé para escribir sobre el concierto que estuvo bien salvo porque nos dejaron con la boca abierta tratando de aspirar un poco más de entendimiento al encenderse las luces del Palau sant Jordi y no haber sonado “La canción”, tararéese el estribillo tan-tan-tarararaaa-rarán-tan- tarararaaa-rarán- tan-tirararaa-rarán, sí, esa misma que se podría escuchar mientras se lee este texto si una supiese cómo dejar la canción escogida en el dizzler que hay a la derecha y que según el Gadget es de escucha gratuita, pero no hay forma, salta la que salta y el hombre muerto resucita y resucita sin parar ¿estaré cometiendo una ilegalidad? La verdad es que no tengo ni idea, porque aunque uno sepa nadar lo de navegar es otra cosa.
Todo es relativamente nuevo, el lenguaje, las siglas, los contenidos, las frases tipo “vínculos de retroceso” y ni yendo p’adelante consigo colgar un audio propio, mío, sin derechos de terceros. De todos los formatos que he tenido que averiguar que existen no he dado con un conversor a los que permite esta plantilla, espacio o como se llame lo que quiera que ocupe. Así es que ése es el principal motivo de que este blog no tenga más vidilla ni propia ni ajena, porque según mi amiga, “como dicen los informáticos, está en explotación y no en desarrollo”. AAAyyy, san Nicolás me ----, no puedo más. A todas estas nacieron Nicolás y Juan…¿sabrán ya ellos cómo colgar el audio en este blog? Sus madres saben de avis, así es que lo traerán aprendido, ¿no? No quiero vídeos ni fotos, quiero audio. Socorroooooooo, me ahogo, necesito un salvavidas. No, no me es suficiente, tengo que colgar mis audios, si no tendré que buscar otra forma de expresión-….uuuummm con lo bien que me iría ésta…just cant’n get enough, andaaaaaa, dale a depeche mode----------`^just can’t get enough y bailaaaaaaaaaaaaaa, bailaaaaaaaa,bailaaaaaaaaaaa

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Empieza a ser habitual ver imágenes como ésta. Estos días de intensas lluvias - por fin, a pesar del aire cálido que poco hacía presagiar que no fuese a descargar más que un chipichipi- han dejado a muchos del noroeste de la isla enfangados y sin enseres. Es triste y a pesar de todo no se hacen las cosas mejor. Desgraciadamente, no es la primera vez y según las profecías no será la última.
Sin embargo, esta foto no es consecuencia de las lluvias, sino de los golpes de mar unos días antes...La piscina se cerró y a saber cuánto tardarán en abrirla de nuevo. Tiene su importancia y más en crisis, ya que es sabido que en invierno son muchos los bañistas, locales y foráneos, que desde el amanecer de Dios y hasta bien entrada la tarde, ejercitan mente, cuerpo y alma en estas aguas.

Al día siguiente, las olas habían tirado los trozos de muro y hoy solo quedan una migajas esparcidas por el fondo vacío de la piscina. Quizás sea un homenaje a la caída del muro de Berlín , o un simple recordatorio de que hay fuerzas muy superiores a la de la especie humana.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Los electricistas.


Acabo de leer uno de esos chistes tontos que te sonríen la mañana, en el que un electricista llegaba a un hospital y le decía a los pacientes conectados a los aparatos que los mantenían vivos, que respiraran profundo porque iba a cambiar un fusible…Yo ignoro si el suceso tuvo lugar, pero doy fe de que en más de una ocasión se dan situaciones parecidas, poco creíbles por absurdas y antilógicas, que te dejan perplejo y furioso a la vez. De hecho tengo un reciente encuentro con unos electricistas que me hicieron dudar del resto de la instalación que habían realizado meses atrás. El caso es que quedó pendiente colocar un timbre de movimiento ya que el soniquete que compré con el sensor no servía porque entre el ding y el dong pasaban 5 segundos programados de fábrica que hubiesen provocado que se quemara en un par de días. Téngase en cuenta que no soy electricista. Que lo más que hago es limpiar las lámparas y cambiar las bombillas y el enchufe de una aspiradora, por supuesto desenchufada, gracias a la clase de pretecnología del colegio. Long time ago, por cierto, ejem…En fin, tuve que aventurarme de nuevo en la megaferretería, prefiriendo gastar mi tiempo a poner en manos de otros el sonido de advertencia que podía dejarme pegada al techo del susto (para ellos una chicharra, el meeeeeeeee que atenta contra todos los sentidos, sería lo más fácil). A todas estas conseguí el último timbre más o menos discreto al tiempo que suficientemente sonoro, bueno, sonoro si suena dentro de la casa y no en el exterior donde los profesionales pensaban colocarlo definitivamente. Pero vamos por partes porque no tiene desperdicio. Toda esta expectación y falta de confianza en el prójimo viene precedida por el descalabro que estuvieron a punto de hacer en mi cocina. Por primera vez entendí por qué las obras en casa suponían uno de los primeros causantes de estrés. De no ser por una llamada en el último momento de mi papaíto para preguntarme si estaba conforme, los electricistas iban a colocar la horrorosa y antiestética caja blanca cuadrada en todo el medio de un paño de pared sobre el poyo del fregadero anulando la presencia de mi precioso plato toledano con su Quijote cayendo del Rocinante y su Sancho mirando aterrado, como por el susto del timbre…o por los gritos que histérica pegaba por el teléfono…¿¿¿cuatro hombres para colocar un timbre y la solución era esa??? Agradecí que papaíto me conociese y que su inteligencia masculina le advirtiese al menos de que algo no encajaba. Ya no dejo que me hagan arreglos en casa sin estar yo presente. Pero…ni por esas. Supervisé por dónde iban a sacar un cable de televisión, dando por sentado que era imposible que no lo pasaran rente al zócalo. Erré una vez más, salí del cuarto y cuando volví un espeluznante cable gordo blanco salía como un allien de mi bonita pared azul a medio metro del suelo. Se me cortocircuitó el sistema. No daba crédito, y como me dijeron el otro día, en estos tiempos es normal, jajajaja, ocurrente el hombre, pero se imaginan mi zozobra al ver a estos dos hombres mirando el interior de un timbre abierto, tratando de averiguar por qué no funcionaba. Escaldada por las experiencias anteriores – otra fue que no habiendo encontrado el cajetín de chicharra que había en la biblioteca para cambiarlo por uno más suave, lo colocó sobre la puerta de entrada, sin más y tan feliz el chico- no salía de los alrededores. El cuadro era surrealista. Mientras uno sostenía el cacharro escudriñando su interior, el otro leía las instrucciones del paquete. Curiosa me acerco, valoro y me atrevo a proponer que le pongan una pila –el hueco estaba-. ¿Pero si está conectado a la corriente?, dijo uno. El caso es que aquí dice que necesita 3 pilas, dijo el otro. Lkajsdgñjk, pensé yo. No es que quiera burlarme, pero resulta increíble. Pobrecitos, cuando creyeron que habían terminado les pedí probarlo. No se oía dentro, así es que había que pasar el cable al otro lado de la pared. ¿Cuál era la solución? Por todo el medio, jajajja, a ver, si hay un cajetín aquí y otro aquí, quizás se puedan conectar interiormente, no? Uuummm, cual inspectora de obra me quedé a un metro limpiando la cristalería que hubo que vaciar y rodar para poder obrar. Por ahí no, no, nooo…friega que te friega canalizaba la energía a lo karate kid con cuidado de no romper los cristales por la presión. Agotada, exhausta, incrédula a pesar de lo evidente, ese timbre iba a suponer el último adelanto que colocasen en casa. La próxima vez, cuando se estropeen, iré a un mercadillo a buscar aldabas y cencerros que me saquen delicadamente de mi ensimismamiento de andar por casa.

sábado, 31 de octubre de 2009

Fuerte marejada

Mediodía. Luce el sol como en un día de verano. Pero las olas son de otoño. Y de luna llena o casi llena. El cielo azul despejado. Demasiada luz reflectada en un intenso mar verdeazulado ribeteado de hermosa espuma blanca. Rizos que se abren acercándose a la costa rocosa. Los surferos al acecho, pacientes desde bien temprano. Esperando la ola perfecta para una cabalgada perfecta. Pingüinitos negros vistos desde lejos. Y más allá el rompiente firme donde se estrellan insistentemente los tirabuzones blancos con la fuerza de una ballena saltando feliz en mitad del océano. El ruido del mar es ensordecedor, pero se agradece tras un par de días de visita a la ciudad ruidosa y apabullante. No hay silencio. Hay que hablar muy alto para escucharse, pero los únicos sobresaltos son los vítores al que ejecuta un buen ejercicio sobre su tabla y el estampido brutal del agua rompiendo contra la escollera. En pleno otoño, esta noche los disfraces de halloween, tan de moda en los últimos tiempos por estas latitudes, harán sudar sangre a más de uno, porque la temperatura atmosférica sigue siendo de pareos, bikinis y cholas.
En La Punta, 31 de octubre de 2009.-

martes, 28 de julio de 2009

No meeeeeee invitóoooooooooo, perooooo yo fuiiiii…la música de la fiesta del fin de semana todavía sonaba en cada una de las células corporales, cuando el lunes por la mañana esperaba la visita de la prima de una amiga para una demostración de aspiradora ultra maravillosa. Las trasnochadas, los invitados a dormir, las conversaciones densísimas entre risas y bailes no habían tenido tiempo de descansar y asentarse. ¿Por qué cedí a quedar tal día como hoy para que me dieran la charla? La casa está patas arriba, la terraza necesita otra fregada, la cabeza la tengo en las lavadoras que me quedan por poner y ni siquiera me he podido tomar el café. Menos cinco, vale tengo cinco minut- tiroraro,tiroraro,tiroraroriiiiii. ¡El timbre del teléfono! Bien, quizás me cancele la cita! ¡Hola?! María, ¿qué tal? ¿Cansada de la fiesta? ¡Agotada! ¿No me digas que me vas a dar la alegría de que te ha surgido un imprevisto y no vienes a verme? Jajajaja, noo, estoy cerca de tu casa pero necesito saber cuál es exactamente para dejar los bártulos y no aparcar muy lejos. Vaya, toca en el 1º.
Tras la esquina espero el momento, en que no me miren y meterme dentro. Eraaa mi oportunidad…Yo esperaba a una Cristina y se me aparecieron DOS. Ay! Tú también te dedicas a esto?!!! A Dos la conocía de la piscina, de alguna coincidencia en reuniones de amigas comunes. Sin problema, muy agradable. En realidad todo continuó muy agradablemente. ¿Entonces? Las técnicas de venta. Lo que pudo ser una charla sosegada, se convirtió en una mezcla de entusiasmo espontáneo y natural hablando de algo que te resulta fascinante – y por eso has decidido representar el aparato – y un acoso terrorífico, sumamente incómodo y agresivo, tremendamente eficaz, que te deja cao/ k.o. el resto del día, cuyo fin es que pienses que no limpias como se debe limpiar, que duermes en un futón de mugre acarística y que la estupenda aspiradora de agua que te costó un pastón hace muchos años, no tiene nada que ver con ésta. El aparatito en cuestión hay que decir que tiene una pinta estupenda, es muy práctico y de fácil manejo, bien pensado, ligero, y ocupará menos espacio que el R-2 que me libra actualmente de las alergias. Perfecto, otra vez: ¿entonces? Allí me coléeee en la fiesta me plantéee coca-cola para todos y algo de comer…No he podido tomarme el café, les apetece uno? Bueno, pero no te molestes, siéntate, relájate, coge aire, ring-ring, ¿me puede abrir? Vengo a recoger el grifo de la cerveza…Chicas perdonen, tengo que bajar a abrir la verja. No te preocupes, tu madre va a venir también? Sí, pero la avisaré cuando terminemos con el preámbulo del café. Vete, vete, ven ya, empezamos? Sí. Mamá, baja. El último invitado dormilón entró en la escena y se sumó al grupo ejerciendo de abogado del diablo, como un Ángel…Por fin empezamos con la exposición. Me senté en el sillón y me preparé para escuchar. Eso duró apenas unos segundos. De oyentes pasamos a ser interrogados por el tercer Reich y las mascarillas de los quirófanos se convirtieron en bolsas donde se recoge lo aspirado sin posibilidad de escape, como nosotros, jajaja, tipo pañales y nos volvimos niños manipulables a los que les están haciendo el favor de su vida. La aspiradora en cuestión te va a proteger de las agresiones externas. No habrá más guerras, ni invasiones radiológicas, ni virus de gripes porcinas, locos o con plumas. Tu mundo estará perfectamente limpio. Respirarás mejor. No podrás salir a la calle porque el ambiente antiséptico de tu hogar te hará tremendamente vulnerable a todo lo orgánico e inorgánico que flote fuera de tu burbuja. Menos mal que después de todo éramos de confianza y podíamos sonreír ante tanta perfección alemana (con lo que implica el talento práctico y la prepotencia) pero pasaban las horas y el show no terminaba. Para cuando concluyeron la exhibición, a mí me habían surgido preguntas concretas de lugares concretos que ellas no habían descubierto en su observación meticulosa y furtiva de los rincones más inaccesibles y podían ser cruciales para la toma de decisión: ¿servirá para limpiar el interior de un piano? El flechazo fue instantáneo y cayó entre mis brazos.

lunes, 29 de junio de 2009

Ana Laguna & Mikhail Baryshnikov. Three solos and a duet

Y la estrella brilló en un fondo oscuro, negro, necesario para proyectar su luz y su figura que crecía y giraba y, sin aspavientos, danzaba como si la gracia y la elegancia lo fueran todo. La técnica virtuosa de Baryshnikov está detrás, permanece en el bailarín que flotaba entre-chats, jetés, grand jetés y tours en l’air para posarse ingrávido sobre 40 ó 50 pirouettes…¡Ah, qué gozo! Una puede querer verle en sus años mozos y él, que lo sabe, nos proyecta un vídeo de una clase magistral que él mismo observa con asombro. La mano en los riñones tras un ejercicio extraordinariamente preciso es un guiño al público respecto a la edad y sus limitaciones, pero su porte, su armonía, su expresividad, tanto mímica como teatral, lo crecen, tanto, que al acercarnos a él en la puerta de salida del escenario, sorprende ver al hombre: menguado, enjuto y cansado, que atentamente firmó muchos autógrafos, aunque no todos. Nos queda la foto de las amigas que fuimos hace años a verle bailar en Las Palmas, Baryshni en medio, sonriente, cansado, pero sin arrugas… Nos quedan las imágenes de sus tonteos con la mesa de turno ( a sus 61 años volvió a subir sin esfuerzo, aparente al menos, en uno de sus solos), y los sueños de ser Ana Laguna entre sus brazos firmes, ondulantes, gráciles y absolutamente emotivos y donantes de una embriaguez tal al abanar el aire con sus grandes manos, que la belleza efímera de la danza permanece por siempre en el alma de quienes tuvieron la fortuna de presenciar el aleteo refulgente de la estrella, que después de darlo todo se aleja hasta que su luz se apague.
En el aire, 30 de junio de 2009.-

sábado, 16 de mayo de 2009

“Bienvenidos al vuelo de Iberia 958 con destino Tenerife norte…” Uuummm, algo falla. En la puerta de embarque una de las azafatas, de las típicas de Iberia de toda la vida con cara de estar haciéndote un favor, empezó a perder la paciencia con los pasajeros que, despistados, ignorantes de las consignas de las letras – que ésta indicaba, sin hacerse entender -, o simplemente extranjeros sin conocimientos del español, no entendían a qué diablos se refería recitando el abecedario de la A a la L y asignándoles una de las dos puertas de acceso a un único pasillo de 2 rampas que desemboca en la puerta del avión, donde vuelven a indicarte si tu asiento está a la derecha o la izquierda del aparato, porque, claro, tanto gritar con desquicie el abecedario, tanto desgañitarse como una cabra loca balando incomprendida, ahora con micrófono, tanto berrido típico de desequilibrio hormonal, no era para evitar atascos en los pasillos mientras los pasajeros se acomodan en sus asientos. En fin, que con ganas de poner una reclamación por tan mal trato me encamino a mi fila 37 asiento A. normalmente, no elijo sentarme tan atrás y la mala suerte me hizo reclamar otro lugar con ventanilla, porque al poner mi bolso en el suelo percibo restos de vomitada en las paredes. A punto de soltar yo también el único alimento del día – café con soja – reclamo a un azafato que me dice con aire de pocas ganas de trabajar “ahora mismo”. Si están pensando que el chico tenía mucho lío laboral van muy pero que muy despistados. El joven se quedó plantado en el pasillo hablando con un colega sentado en el 38C, o sea, en mi oreja y con mis “pituitarias más visuales que olfativas” aleteando con hambre y enfado -por la situación- narrando con detalles y jolgorios cómo se lo había pasado de bien en Miami con un amigo que vive allí y cómo le sacó brillo a la American Express, que no tiene límite de crédito, pero que cobrar, cobra, claro. Crean que atónita y lentamente por lo inverosímil de lo que cuento, me tuve que girar hacia él, empezando a desquiciarme, diciendo “me estoy mareando…”. Sólo entonces se movió y yo pude despegar sentada en el 15 L y sin nadie al lado, que me pregunte cada 30 segundos por alguna cosa del avión y el vuelo. Algo bueno: el avión es muy amplio. Miro el modelo. Un A-340/300. ¿Entretenido, no? Pues añádanle al caso que hace tres días que estamos esperando que aparezcan tres maletas facturadas en Londres y que aún no sabemos dónde demonios están y si aparecerán. “Gracias por volar con nosotros y esperamos verles nuevamente a bordo”.