Amaneció el día con una notificación de la llegada de un tifón por debajo de la puerta de la habitación del hotel, en la que se especificaban las pautas de comportamiento según se fuese declarando la alerta. Ajenas a ese tipo de situaciones de emergencia y prevención, la conversación durante el desayuno pasaba de este hecho casi inminente a los puntos que se tratarían en la reunión programada. El vuelo era a las 19’05 y entre las 17’00 y las 20’00h el pronóstico era de alerta 8. Si despegaría el avión o tendrían que quedarse en tierra hongkonesa fue una incógnita durante todo el día. Ya empezaba a llover con fuerza, pero de momento no era necesario cancelar la reunión. Federica, Chen y Catalina se subieron a un taxi que las llevó a la oficina del Secretario General que las recibió muy interesado en el proyecto de colaboración y tuvo la amabilidad de llevarlas en su coche al hotel, ya que empezaba a ser difícil encontrar un taxi disponible con el tifón tan cercano. El agua que caía del cielo se escurría como un manto sobre las paredes de los edificios. El viento soplaba poco a poco con más fuerza. Cerraron las maletas y llegaron al aeropuerto como en una cuenta atrás para un final incierto. ¿Despegaremos? ¿Enviamos nuestras últimas voluntades a España vía sms?...las risas y las bromas espantaban los nervios, aunque tampoco eran muchos. Después de todo, la llegada a Shanghai una semana antes también había estado marcada por una tormenta tan fuerte que obligó a los pilotos a desviarse y tomar tierra en Hangzhou, una ciudad cercana donde con las puertas del avión abiertas y, sin saber muy bien la tripulación cuál era el protocolo a seguir, las tuvo en primera fila pegadas a la ventanilla en la pista de despegue más de lo previsto, ya que a punto de arrancar llegaron los rayos y los truenos y los relámpagos…También de Shanghai a HongKong el espectáculo a miles de pies de la superficie terrestre recordaba la nave espacial de “Encuentros en la tercera fase” cuando la comunicación entre los terrícolas y los extraterrestres era a través de notas musicales que se iluminaban, como la sinfonía de luces y sonido en la Avenida de la Estrellas con la vista nocturna de la ciudad de Hong Kong totalmente iluminada…Ya en el avión, la espera al turno de despegue acrecentaba la incertidumbre…llovía a mares, las banderas de los señaladores en la pista ondeaban no solo por los movimientos de las manos…la estela de agua que salía de entre las ruedas y la pista dejaba olas en el aire…uno, dos y hasta tres aeroplanos en cola…quedaba poco tiempo de margen para que el tifón obligara a cerrarlo todo y cancelar vuelos, negocios, tertulias y algunas vidas…No despegaremos, pensó Catalina en algún minuto de la espera, con tanta agua encima el avión no podrá…rugido de motores al máximo rodando por la pista desafiando al destino…vamos, sí que se puede …ya en el aire, los fogonazos parpadeantes con unos segundos de diferencia contrastaban con la negrura de los nubarrones gigantes...Al fin y al cabo, pasar por Hong Kong de salida de China como colofón a un viaje por trabajo que había salido muy bien, reunirse con un señor llamado en “occidental” Vicente y que el mismo día del encuentro y partida se acerque un tifón del mismo nombre no tendrá que ver más que con las casualidades, pero no deja de tener su “aquello”.
(Blogger no me deja colgar mis fotos...fallo técnio supongo, sorry)
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