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martes, 1 de mayo de 2012

Como un pescado

Lola se despertó aquella mañana con la certeza de haber hecho un gran descubrimiento. Se lavó la cara, se preparó el desayuno y dejó la cocina y el comedor preparados para la hora del almuerzo. Salió de la casa con las primeras luces del día y se dirigió al puerto. Las barcas de los pescadores estaban entrando y los chillidos de las gaviotas avisaban de que alguno ya había empezado a limpiar su captura. Con la cesta cargada en la cabeza, Lola intentaba descifrar la certeza con la cual se había levantado de la cama, pero no conseguía dar con el dichoso descubrimiento…Se sentía rara, como preparada para aceptar una gran verdad, de esas que te dejan cabeza abajo haciendo el pino, pero convencida de que sería absurdo rehuir lo que quiera que fuera a pasar... Buenos días, Rogelio, se dio bien la faena? Bueeeeeno, no estuvo mal…Al doblar una esquina el aire fresco del mar le hizo estremecerse. Se acurrucó en su chaquetilla de lana, aseguró la cesta en la cabeza y siguió camino rumiando sus pensamientos. Lola llevaba días como enfadada con el mundo y sobre todo con ella misma por sentirse así. Aunque solo fuese por esa sensación de no estar a la altura de las circunstancias, de ser incapaz de dominar en todo momento su carácter, de traicionar sus buenos propósitos y no dejar de manifestarse con tanta vehemencia y pasión, sabía que eso se compensaba con otras virtudes, pero no podía dejar de darle vueltas… Le habían hablado de la depresión, pero no. No era eso lo que le estaba afectando a ella. No. Lola llevaba toda su vida tratando de entender el sentido de la existencia. Había vivido, sí, y bastante bien, pero Lola quería entender, por ejemplo, por qué la llamaron Dolores al bautizarla, y no porque el nombre en sí le resultase feo, sino por lo que implicaba. Dolores de padecerlos o hacerlos padecer…ninguna de estas posibilidades era muy jocosa. Lola sin embargo, era más jovial. Quería resolver esos misterios que llevan persiguiendo a la humanidad desde tiempos inmemorables… inmemorables…últimamente le señalaban que su buena memoria quizá no fuera tan buena, no porque su capacidad para recordar fallase, sino porque vivir con el pasado tan presente no era saludable. Lola le daba vueltas y más vueltas. No tenía la impresión de que estuviese viviendo en el pasado o con él. Lo usaba de referencia. Simplemente. La esperanza de ver cambios le hacían comparar situaciones, reacciones y consecuencias. Necesitaba comprobar que el esfuerzo diario daba sus frutos. Que el levantarse por las mañanas, trabajar, ocuparse de los suyos y ayudar en lo que fuera menester eran las bases para tener una buena vida. Aprender de los errores era su máxima, pero Lola se mortificaba cuando se equivocaba en algo. Llevaba una vida sencilla, aparentemente…En su interior, las historias no contadas, las leyendas de los aventureros, la curiosidad por casi todo la sumían en un torbellino de emociones que la terminaban mareando como cuando una mala mar balancea sin reparos a los tripulantes de un barco a la deriva. Lola daba vueltas y más vueltas. Esperando la ola que la dejara patas arriba…Llegó a la lonja y entre saludos cordiales escogió el pescado. Lo metió en la cesta y lo cargó sobre su cabeza…Como un pescado, pensó...Ya en casa, con una pieza sobre el poyo de la cocina, atinó a vislumbrar la certeza con la cual se había despertado. Ella era como un pescado. Podía ser sanísimo, gustoso y tierno, pero tenía espinas…Espinas más o menos grandes, más o menos fáciles de encontrar y apartar antes de masticar el bocado…Espinas que quitan el apetito por comer pescado…Trató de dejarlo lo más limpio que pudo. Se puso las gafas para que no se le escapara ninguna y los miembros de su familia no se atragantasen o rechazasen el manjar…De repente, volvió a verse como un pescado, todos somos como un pescado, pensó…daba igual que quisiera limpiarlo bien, siempre habría alguna espina que se escapase y fuese a parar a la boca del más melindroso con ellas…daba igual el esfuerzo que hubiese hecho, la espina haría de las suyas y se sentiría mal por no haberla visto… entonces ¿qué? ¿valdría la pena?¿lo aparto o lo sirvo en el plato? , farfulló. ¿Como o no como pescado?...



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