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lunes, 11 de julio de 2011

Desde China...con prisas

Catalina notaba cómo pasaba el tiempo en sus ojos, no solo ante sus ojos, que también, sino en que cada día le costaba más leer el mismo tamaño de letra que hace poco leía sin dificultad. Sentada sobre la cama china del Siheyua donde se hospedaba, trataba de ponerse al día con todas sus emociones, sensaciones, escritos, correspondencia y lecturas que en los ocho días que llevaba ya en la ciudad de Beijing se le escurrían como el tiempo. El tiempo…las horas de más y de menos en los viajes de un continente a otro desvencijan los cuerpos como el tiempo cambiante las maderas viejas haciéndolas crujir. La llegada a las 6 de la madrugada a Pekín, tras 11 horas y media de avión que transcurrieron plácidamente, sin tormento alguno, mostró una ciudad despierta y activa a pesar de ser sábado. Los atascos cerca de la estación de tren confirmaron las informaciones: el tráfico en Pekín es terrible. Tanto que los que tienen casa fuera si tienen que hacer muchas gestiones por unos días optan por pernoctar en algún hotel del centro.

 
Ciudad Prohibida

Los primeros días Catalina y Agustina hicieron varias visitas con Federica a la Ciudad Perdida nada más aterrizar y con calor, a la Gran Muralla afortunadamente por una de las estaciones con teleférico y sobre todo un par de visitas de un par de horas laaargas al mercado de la seda donde el regateo las dejó no solo extenuadas, sino algo enfadadas por la birria de teléfonos móviles que les habían vendido y los gritos que soltaban en medio de la transacción económica. Los locales te dicen que si te piden 100 tu pagues 10, pero hasta que deja de afectarte el teatro que se monta el vendedor de turno lo pasas francamante mal, sobre todo cuando encuentras un bolso que llevas buscando mucho tiempo por lo práctico, mono y fácil de meter en la maleta. También hubo un par de reuniones de trabajo con vistas más bien a ver las posibilidades de entablar relaciones permanentes con este país tan dificil. Porque anda que es duro este pueblo. De todas maneras, como todo ser humano, burro cargado busca camino y con cuatro palabritas en chino mandarín, el inglés mejor o peor por ambas partes y el universal lenguaje de la mímica y los gestos exagerados que refuerzan lo que quieres conseguir, todo se alcanza. Eso sí, llegando a la cama algo más que destrozado.

La sospecha de que la libertad de navegación por internet era limitada se confirmó nada más llegar. No hay acceso a blogs ni facebook, pero al menos los correos privados funcionan...cuando quieren...pero no va tan mal. De todas formas, Catalina estaba tan faltita de tiempo para todo lo de escribir algo coherente, que la limitación hasta le vino bien para quitarse un poco el estrés de no ponerse al día.

Courtyard 7, Beijing
Cuando Federica se marchó de vuelta a España, Agustina y Catalina cambiaron el hotel estupendo de 5 estrellas de moquetas y aires acondicionados por una habitación estandart en una casa con patio -Siheyua- de las que en la antigüedad usaban los funcionarios y personas acaudaladas. Con la revolución cultural vinieron a menos y fueron viviendas para varias familias...el resultado es que aseguradas de que la elección del hospedaje estaba en muy buena zona y era muy bueno (daban un 9.4 los visitantes de distintas webs de viajeros) la entrada en taxi por un callejón en ruinas las dejó sin respiración hasta que vieron una serie de tienditas de artesanías y cosas monísimas, con mucho gusto y muy transitadas. La taxista no encontró la callejilla del siheyua y las dejó a expensas de la mano de Dios para que encontraran el alojamiento en chino, inglés o gestos. Catalina creyó partirse de la risa cuando Agustina le gesticulaba a un chino chino pa dónde era la dirección que le decía que pa la derecha y pa la izquierda...ellas llegaron y el lugar tras los muros que ahuyentan a los malos espíritus según el fengh sui de la época fue como un oasis en el desierto: cañas de bambú aireando los muros que separan los distintos patios a los que dan las habitaciones, arbolitos en terreros... La número 23 estaba en una esquina del recinto, al fondo, pero tiene un patio particular con sus dos sillas de mimbre, su mesita de cristal y una mesa de madera tallada en un tronco que era una preciosidad con sus banquitos. Cuando están en la habitación dejan la puerta abierta y es que ellas son más del campo que las amapolas. En resumidas cuentas, están encantadas de la vida.

La convivencia es estupenda y todo fluye como si el universo se hubiese confabulado para que los buenos sueños se hicieran realidad. La premura con la partieron de España les impidió organizar el viaje y a salto de mata y de suerte han ido pasando los días en la ciudad de Pekín más con cotidianeidad que con la agenda apretada de micralax. Agustina ya hizo contacto con una pintora - Ms.Liu Jie-que expone estos días en el Museo Nacional de Arte de China, en una visita que hicieron el sábado por la mañana antes de su clase de caligrafía china. Muy interesante su obra de tinta sobre papel. Ya se verá si sale un intercambio entre artistas.

En la Ciudad Prohibida

La aventura del metro les jugó una pequeña trastada al no haber desembocado en el Templo del cielo sino al ladito según el mapa, un pateo por la zona nueva de Quianen Dajie las dejó pa coger un taxi de vuelta a casita, además había que conseguir habitación en otro sitio para la noche del 8. La despensa que trajeron de España todavía tiene abastos: jamón de guijuelos, atún, sardinas, pan de maíz, de castañas, orejones para alimentar a todos los soldados de terracota de Xian, frutos secos, chocolate y dos botellas de vino de la Rioja- cortesía de Federica-, vamos que con la comida del Siheyua que tiene platos occidentales van escapando estupendamente, aunque lo de "comida natural sin salsa" no consiguen entenderlo ni leyéndolo en chino.

Los planes inmediatos son del 2 al 7 en las montañas de “Avatar”, 7 y 8 en Pekín y el 9 Shanghai, en principio hasta el 19, pero todavía sin billete de vuelta…La amiga Chen, que las había estimulado para ir al Festival de Cine de Shanghai, se partió 3 huesos de un pie el día antes de salir de viaje…con dos muletas y sin saber la magnitud de la mala pata, cogió aviones y realizó mil gestiones hasta que las radiografías mostraron la fractura, ya en Pekín. Dios las cría y ellas se juntan…a pesar de las dificultades Catalina y Agustina la convencieron para ir juntas a Shanghai y habrá que buscar una silla de ruedas y un vehículo de 4 para los desplazamientos, ya sea al cine o a los hermosos pueblos chinos de los alrededores. Chen es una persona estupenda y muy generosa y les está facilitando tremendamente su estancia en China. Hay cosas que no hubiesen podido hacer sin ella...¡Qué suerte!

La aventura de las antigüedades de muebles fue tan increíble que todavía están asimilando las maravillosas joyas de las dinastías Ming, Tang y Qing que amorosamente ha ido coleccionando el anticuario amigo. También hubo visita a otros dos almacenes donde con maderas viejas hacen muebles hoy y donde se cuela alguna ganga de antaño con nada menos que 500 años de historia…indudablemente, cuando las cosas se hacen bien son eternas…

Gran Muralla en Mutianyu
En fin, que Agustina ya entró en estado de relajación para coger el sueño - hoy no ha tenido que encaramarse a la cama para matar moquitos-, los dos perros haskins juguetean por el patio, se oye una música de algún lugar del hutong (zona de callejones) y el sueño se va apoderando poco a poco de la vida en la casa patio del Courtyard 7. 

Wan shang hao…buenas noches…good nigth…bona nit…bonne nuit


PD: todo son complicaciones para organizar viaje al Tibet y Bután...habrá que empezar a planearlo YA desde España.
Y, por cierto, a Catalina y Agustina les encanta recibir noticias de sus amigos aunque sean sobre el desastre político de turno, así es que desperecen sus telas de araña y cuénteles cositas...Besos






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