Precioso.Y lloviendo y todo, los bailarines, actores y luces de láser representaron una función estupenda.
Catalina y Agustina pensaron que quizás fuese buena idea llevarse a unos chinos a la isla para que organizasen la gala de la reina del carnaval, jajajaja, de lo más entretenida la hora y media que duró. Agotadas llegaron al hotel después de negociar con la guía, que generosamente quería dejarlas dormir hasta las 7, que para salir a las 8 y hacer cola de una hora para el teleférico, saldrían a las 9 y no cogerían cola, jajaja, bien jugado. Les esperaba otra excursioncita de una hora y 40 minutos, que siempre se alargó porque se paraban a comprar saquitos bordados de recuerdo y el paso era muy moderado para no resbalar y romperse ningún hueso. Llovía a cántaros, como si hubiesen abierto todos los grifos en el rodaje de una película en medio de un paisaje frondoso y embrumado hasta no dejar ver los picos que James Cameron usó en su película de Avatar.
"Montañas de Avatar", Zhangjiajiè. |
Catalina y Agustina se fueron a media mañana a descubrir el pueblo que a la luz de la noche habían visto al llegar. La tormenta había dejado encharcadas las callejuelas, el río fluía revuelto, pero todo parecía seguir su curso normal.
Muchos jóvenes chinos paseaban sacándose fotos y mirando curiosos a las extranjeras, que se habían acostumbrado a ser observadas con todo descaro. El aguacero no se había llevado la basura –por no usar otro término- acumulada en todos los rincones. El estómago se les revolvía más y más al pasar por delante de los restaurantes que muestran sus productos comestibles con orgullo: los vegetales en estanterías y los animales en palanganas conectadas a una fuente de agua a través de mangueras donde las ranas, saltan y croan, los peces intentan nadar antes de convertirse en pescados y los cangrejos, picudas y nos se sabe cuántas especies más están abanderillados listos para ser asados en el wock de apestoso aceite refritado. El arroz blanco cocido a granel lo sirven en un bol ayudándose de una espumadera y la mano- no se sabe si limpia, sucia o qué-. Y así un establecimiento pegado a otro. Y no estaban sucios, no, las mesas estaban despejadas con aspecto de limpieza, pero…con nauseas y los escrúpulos gastronómicos aflorando a borbotones decidieron ir al hotel a comerse la latita de sardinas que guardaban como un tesoro para tiempos difíciles. Esos tiempos habían llegado. Era más de lo que podían soportar y se valieron de la brújula para encontrar en el mapa poco claro dónde estaban ellas y dónde el hotelito, al este…estaban desorientadas. Sudando a veintitantos grados de temperatura en medio de una humedad de clima subtropical llegaron al borde de una fatiga a su habitáculo. ¿Qué tenemos en la despensa? Quedan 4 latas de sardinas, dos planchitas de jamón, el chorizo mejor tirarlo por el calor que está sudado, 2 manzanas…bueno, nos comemos una lata de sardinas con las obleas de castaña y de postre unas lonchitas de jamón, para dejarlo para la cena o el desayuno de mañana, decidieron. Empachadas, se tumbaron un ratito a reposar el almuerzo, el calor y la humedad. Catalina aprovechó para ver un capitulito de la telenovela y después de una buena ducha volvieron a salir para ver si encontraban un vasito de leche, más que sea…no era por la celiaquía de Agustina que estaban tan remilgosas, también el estómago delicado de Catalina las mantenía alejadas de cocinas ajenas.
Atrás quedaban la cueva de 1.600 escalones para rematar la excursión de un par de hora…el picnic reposado con paseíto en barquito en el lago del Palacio de verano -abarrotado de turistas chinos hasta la bandera con otra escaladita a la colina de la longevidad(si la subes serás eterno porque estás en plena forma,jajajaj), la estafa del taxi a la vuelta y con la calentura compra de maleta en 5 minutos sin demoras en el regateo…estafa con los teléfonos móviles, casi viaje al aeropuerto sin pasaporte que se quedó en un bolsillo del bolso fresa dentro de la maleta…Y para más acción, tras 7 horas en el aeropuerto de Zhangjiajie para volver a Pekin, a la una y media de la madrugada las mandaron a un hotelucho de 4 estrellas que se les debieron caer en el siglo pasado, pero al menos durmieron un par de horas para levantarse a las 5 y salir en el vuelo de las 7…que fueron casi las 8 de la mañana. Al llegar a la mansión de Pekin, las recibieron primorosamente en el siyehua, era como estar en casa y les habían dejado una habitación deluxe en compensación…maravillosa tarde de comer muy bien allí mismo, dormir una larga siesta, preparar maleta para dejar y otra para Shanghai, cena rica y a dormir…
Al día siguiente, tomaron otro avión ahora con Chen en silla de ruedas y con dos muletas para sortear los escalones que son infinitos. No hay consideraciones para con los discapacitados, salvo para facturar y subir al avión…
Ya en Shanghai, la agenda se apretó y los eventos cenas con amigos, personalidades de distrito y apertura del Festival Internacional de Cine de Shanghai, no han tenido tiempo más que de ir al sastre dos días, porque la tentación de las sedas y las hechuras a medida son difíciles de resistir…
Cargadísimas de experiencias, sensaciones, risas y avatares buscan ratitos sueltos para tomarse un respiro. A pesar de la lluvia y la humedad, todo es fantástico y hay incluso sorpresas con vistas a proyectos en los que los chinos están muy interesados…Agustina ya duerme como un angelito, super Chen está leyendo y Catalina confía en conseguir conciliar el sueño…
Buenas noches, buenas tardes, buenos días…continuará…
Fenghuang |
Atrás quedaban la cueva de 1.600 escalones para rematar la excursión de un par de hora…el picnic reposado con paseíto en barquito en el lago del Palacio de verano -abarrotado de turistas chinos hasta la bandera con otra escaladita a la colina de la longevidad(si la subes serás eterno porque estás en plena forma,jajajaj), la estafa del taxi a la vuelta y con la calentura compra de maleta en 5 minutos sin demoras en el regateo…estafa con los teléfonos móviles, casi viaje al aeropuerto sin pasaporte que se quedó en un bolsillo del bolso fresa dentro de la maleta…Y para más acción, tras 7 horas en el aeropuerto de Zhangjiajie para volver a Pekin, a la una y media de la madrugada las mandaron a un hotelucho de 4 estrellas que se les debieron caer en el siglo pasado, pero al menos durmieron un par de horas para levantarse a las 5 y salir en el vuelo de las 7…que fueron casi las 8 de la mañana. Al llegar a la mansión de Pekin, las recibieron primorosamente en el siyehua, era como estar en casa y les habían dejado una habitación deluxe en compensación…maravillosa tarde de comer muy bien allí mismo, dormir una larga siesta, preparar maleta para dejar y otra para Shanghai, cena rica y a dormir…
Al día siguiente, tomaron otro avión ahora con Chen en silla de ruedas y con dos muletas para sortear los escalones que son infinitos. No hay consideraciones para con los discapacitados, salvo para facturar y subir al avión…
Ya en Shanghai, la agenda se apretó y los eventos cenas con amigos, personalidades de distrito y apertura del Festival Internacional de Cine de Shanghai, no han tenido tiempo más que de ir al sastre dos días, porque la tentación de las sedas y las hechuras a medida son difíciles de resistir…
Cargadísimas de experiencias, sensaciones, risas y avatares buscan ratitos sueltos para tomarse un respiro. A pesar de la lluvia y la humedad, todo es fantástico y hay incluso sorpresas con vistas a proyectos en los que los chinos están muy interesados…Agustina ya duerme como un angelito, super Chen está leyendo y Catalina confía en conseguir conciliar el sueño…
Buenas noches, buenas tardes, buenos días…continuará…
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