Viernes, 5 de noviembre de 2004.-
Llegando al lago Tekapo. Salimos esta mañana temprano, a las 7 y pico. Hoy no me encuentro muy bien...El paseo por Christchurch fue curioso, me orienté estupendamente. Reconocía las calles, las aceras, las estatuas…otra vez la de Scott a la orilla del río Avon, donde E. y yo tenemos unas fotos muy bonitas como si se hubiese parado el tiempo. Volví al museo de Canterbury donde está la más completa colección sobre la Antártida, el trineo y un esquí de Scott, el trineo motorizado de Shackleton, una réplica de la caseta que montaron en el continente blanco. Quizá el libro de Viaje a la Antártida me afianzó los recuerdos, no sé. Mientras lo leía visualizaba las distintas salas del museo que recorría la protagonista de la expedición, yo había estado allí y ahora…la sala de historia natural, la de la cultura maorí, la de los primeros colonos…
Con Scott en Christchurch. |
Ya llamé a casa, que tenía 4 llamadas perdidas. Nos paramos a tomar el almuerzo entre las 11 y las 11’45 en el lago Tekapo, no hice foto, y estamos llegando a otro lago, Pukaki. La hierba es aquí más seca, la pradera es más esteposa, por la cercanía de las montañas nevadas, supongo, y que hará poco tiempo del deshielo. Bueno, bueno, impresionante vista del Monte Cook al otro lado del lago. Conseguí estrujar la batería de la cámara y sacar 3 fotos. Ahora si parece que la hierbita está saliendo…
El viaje ha sido precioso y bien merecía el largo trayecto en autobús. Queenstown no es lo que yo esperaba en el sentido de que no es una ciudad típica: parece que sea una ciudad del oeste americano cuando la conquista. En cualquier caso es la ciudad de la aventura y el deporte de riesgo. Situada a la orilla del lago Wakatipu, el centro es llano y pequeño, tan solo unas manzanas de casas, backpakers y montones de agencias que ofertan excursiones y actividades para rafting, kayac, parapente, puenting, pesca y no sé cuantas cosas más. Las montañas con sus picos nevados, llamadas The Remarkables, al otro lado del lago, se veían desde la cama de la habitación en el Discovery Lodge. La gran cordillera de los Alpes neozelandeses, quedaba en la trasera del albergue.
(extracto del diario de viaje)