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miércoles, 23 de junio de 2010

The Phantom of the Opera.

Hay espectáculos que con el paso de los años se quedan un tanto obsoletos, demodé, old fashion; y otros que simplemente pasan a ser vintage. Las estéticas cambian y los ritmos también. Es ley de vida. Esclavitud de modas, quizás. Sin embargo, hay producciones que a pesar del paso de los años mantienen su piel tersa y sin arrugas y cuando las vas a ver porque ese viernes no tenías previsto hacer nada, porque la versión vista en Madrid hace años no te disgustó y como la original, en idioma original, no hay nada, pues aquello que dices “pues sí, vamos”. ¿Cómo no tenía el recuerdo de esta emoción? Indudablemente, la música la conocemos todos, aunque haya quien no la soporte, jajaja, pero ¿solo me había quedado el recuerdo de una reja?...ah…y aquel espejo, es verdad… Tengo que reconocer que lo de la lámpara (entiendan que no aclare más por aquello de no desentrañar los misterios de la obra) sí que me impresionó más la otra vez…Hasta aquí puedo contar. Solo añadir que disfruté mucho de la preparación y profesionalidad de los artistas cantantes, bailarines y actores, con años de escuela, de la magnificencia de la obra como sabemos está situada en la ópera de París en sus años más bulliciosos y la melodía hechizante atrae al espectador hacia ese submundo al que todos llegamos en algún momento de nuestra vida… Cuando una obra lleva más de 20 años en escena es por algo. Por cierto, el señor Webber ha estado buscando a Dorothy estos días en la BBC…





(Mayo 2010)

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