¿Y ahora qué hago yo con todo esto?
El salón de casa parece más un vertedero que un lugar de descanso y confort. Han pasado las Navidades, Papá Nöel con sus renos y su trineo, la Nochevieja con los cotillones, la sidra, el cava y los matasuegras. Las resacas del 24 y del 31 de diciembre y la de la noche del 5 de enero que aprovechamos, con la antigua excusa de “todavía me falta un detallito que comprar”, para tomarnos unas cervezas con los amigos que vemos poco el resto del año, después empatamos con una cenita que se prolonga hasta las tantas y por arte de magia no nos tropezamos con los Reyes Magos, los pajes y los ceremoniosos camellos…¿¿o son dromedarios?? En fin, que llega el día 7 de enero y vemos nuestra casa transformada en un punto limpio.
Ja, los excrementos de los camellos y renos van al cubo de restos orgánicos, envueltos en un par de bolsas que deberían ir a parar al contendor amarillo, pero muy necesarias en este caso, y en el de los pañales infantiles, para evitar los olores naturales de tan preciado abono natural cada vez que levantemos la tapa del cubo de la basura. Porque los tiestos que tenemos en el jardín o en la terraza no van a poder absorber tanta cantidad de fertilizante por muy natural y orgánico que éste sea. Qué le vamos a hacer…bueno, alguno habrá que ya tenga un contenedor para los residuos orgánicos, de esos que le pones una capita de tierra y otra de basura y otra de tierra…Así se va rellenando el cubo que se cierra dejando a las afanosas lombrices y demás bichitos transformar los gorros de café, las mondas de naranjas, unos trozos de espagueti que se pegaron al plato, las espinas de pescado que tan mal huelen y tanta mosca verde atraen, porque claro antes, no hace tanto no vayan a creer, había quien iba recogiendo estos restos de puerta en puerta para alimentar a los cochinos, o cerdos que parece más fino, y la carne estaba sabrosa, sí, y duraba todo el año si se la salaba bien…hoy dura dos días y en seguida apesta…los huesitos y los restos de carne se los comían los perritos de casa o los de algún vecino del barrio, las espinas eran para los gatitos que siempre andan por los tejados y las calles…hoy, aunque tengas un animalito en casa no le puedes dar los restos porque se descompone, se le afloja el estómago, vomita sobre tu mejor alfombra la papilla de mocos y grasa que no ha podido digerir, por no hablar de otros “mayores” que te tendrán como un esclavo o una esclava fregona en mano, eso sí, desarrollando tu olfato detectivesco. Ay, qué fácil era todo cuando teníamos menos. Quiero decir que como la sociedad del bienestar nos trae tanto progreso y consumo resulta que gastamos dinerales en basura, y mucha energía también, en campañas para concienciar a los ciudadanos de que hay que reciclar y colocar cada resto en un contenedor determinado; en tu casa cuando te llega gente y confunden los cubos varios y te tiran las colillas de los cigarrillos en el cubito de los envases y el tetrabrick de la leche para el cortado en la bolsa de papel y cartón…¡qué trabajo! Tiene uno que estar con mil ojos y mucho tiento para no herir las susceptibilidades controlando el grito de “ahí noooo”. Y luego nos quejamos de que no llegamos a final de mes. Agotados, como el planeta. Una bolsa de plástico, que tarda siglos en degradarse si sale volando, como lo hace siempre, escapándose del contenedor o del camión que la lleva al vertedero o tal vez de la planta de descomposición cuando un mal viento la levanta por encima de los, digamos, dos metros de la valla metálica, que es lo que los técnicos han calculado que puede elevarse una bolsa de plástico, es utilizada para cada una de las frutas o verduras si decides no pasar por los expositores donde ya están empaquetados los tomates más bonitos en esas bandejitas blancas que no estoy segura no sean un tanto tóxicas. Evitas llevarte las bandejas de pvc y los films transparentes, pero el frutero- que a veces te cuenta que es porque las señoras no quieren que se las pongan todas juntas- te pone los tomates en una bolsa que anuda para meterla en otra bolsa donde irán las otras bolsas con los demás productos de la huerta. Bueno, que no mezclemos las cebollas y los ajos con las fresas, es de entender, pero no nos pasemos, porque ya lo estamos pagando y más caro lo vamos a pagar.
En fin, los dilemas a cuenta de la basura que generamos durante todo el año se acentúan en estos días de despilfarro extra y compras y embalajes compulsivos. Regalos, comida, bebida, que compramos para consumo durante la cenas o los almuerzos, o bien para regalar cuando las ideas de los jerseys, las bufandas y los guantes de cada año las renovamos por un vino exquisito o una delicatessen para quitar el sentido. ¿Y cómo vienen presentados? Como no puede ser de otra manera: en unas cajas sencillas, o más o menos vistosas que parecen un regalo en sí mismas. ¿No les da penita tirarlas a cualquier contenedor después de abrirlas y vaciarlas de contenido?
Vamos a proponer una par de ideas útiles. Las cestas de navidad pueden transformarse en revisteros, en cama para animales de compañía, como frutero en la cocina, para la leña de la chimenea…
Las cajas de vino son muy prácticas en la despensa para ponerlas como pequeñas estanterías supletorias para esos frascos más pequeños que se pierden al final de los estantes. Por ejemplo, una caja de tres botellas de vino con sus maderas separadoras, colocada en horizontal sirve para los tarros de paté, las latas de nata, de guisantes o maíz…con la tapa podemos hacer una mini mesa para colocar el incienso y que resulte más fácil de limpiar la ceniza que va cayendo. Si la caja es de cinco botellas tiene capacidad para almacenar los rollos de papel de aluminio, los de film transparente, los estropajos de repuesto, hasta los guantes de jardín y las tijeras de podar. A las cajas de madera para botellas de dos litros le encontramos un uso estupendo sin ocupar mucho espacio en el cuarto de baño. Sí, como previsión al olvido de reponer el rollo de papel higiénico cuando se acaba el que teníamos de repuesto, podemos tener a mano dos o tres rollos dentro de la caja que colocaremos verticalmente en la esquina más cercana para que no estorbe y además nos sirva para apoyar el típico neceser que siempre anda sin sitio determinado y alguna revista olvidada, ejem…
Bueno, ¿cómo vamos? Menos agobiados, verdad, pues pensemos en algo para esa cajota donde nos trajeron el jamón. Colocada en el suelo de cualquier habitación puede ser destinada a guardar los diarios más íntimos, las postales y recuerdos de los viajes que se van acumulando y van necesitando más espacio. Si los Reyes Magos han sido generosos y ha caído un juego de toallas y sábanas bordadas, también la caja en la que viene presentado con tapa y gaveta es estupenda para archivar papeles, sobres, como mesilla de noche si la cama es bajita, o para abalorios. Eso sí, para evitar que la humedad se apodere de la madera del fondo y estropee los recuerdos, recomiendo pegar unos trozos de la madera misma que hayamos deshecho de otra caja y así dejar un mínimo espacio de aireación entre la caja y el suelo. Otra buena solución, más práctica si se mete la caja debajo de la cama, por ejemplo, o se utiliza como almacén de cd’s junto al equipo de música, es colocarle unas ruedas que faciliten el rodarla. Y hablando de cd’s me dijo una amiga que ella los usa como posavasos. Sí, los cd’s que le dan con propaganda y no quiere para nada, los coloca en la mesita del salón…¿No es buena la idea? Para todo esto está la opción de redecorar las cajas los cd’s o los botes de guisantes que tienen unas onditas, que también le gustan mucho a mi amiga, para poner lápices como cuando éramos niños forrándolos de papel de regalo o adhesivo como el de los libros del colegio. Eso sí, asegúrense de que la caja que están forrando no van a tener que llevarla a la tienda con lo que traía dentro, porque no funciona y hay que cambiar el artículo, ya que puedo constatar que la cara del dependiente que le atienda la reclamación será de póker. Como ven, el recurrir a los métodos de aprovechamiento máximo de los recursos, tal y como se sigue haciendo en el campo donde los abrevaderos del ganado son bañeras viejas o los botes de pintura se usan como maceteros de geranios y hierbas aromáticas, el poner velitas en los cuencos de barro de los helados y las cáscaras de los pistachos y las pipas en las bandejitas de la crema catalana, no es nada cutre. ¿Pues no se ha puesto de moda a precios desorbitados, como todo, claro, una firma de bolsos hechos con las bolsas de papas fritas y latas de refrescos?
Lástima que a nadie le salga la creatividad para aprovechar los redondeles de plástico que sujetan las latas y mata a tantos animales al meter sus cabecitas por los agujeros y quedárseles enganchados como una trampa mortal… Muchos de mis amigos todavía me miran con cara rara cuando me ven cortar el plástico de seis u ocho agujeros. No se acostumbran al gesto. La frase es la del anuncio:”total, por uno…””Eso no va a llegar al mar”¿Conseguiremos ser algún día conscientes de lo brutos que somos? Ni siquiera nos afecta ver a las pobres tortugas bobas con alguna aleta con collarín, siendo rescatadas por un barco compasivo, o delfines y marsopas con el hocico atrapado en el resistente plástico o muertos por su ingesta; ¿y ver en una estantería de museo una foquita atrapada y muerta por nuestra falta de conciencia?.
Circula un email dando una solución para el aceite usado en casa que es echarlo en el contenedor de envases, pero…¿eso no dificultaría el proceso de reciclado de los envases? ¿No sería mejor poner un bidón específico para tirar la botella llena de aceite? Al fin y al cabo los restaurantes cuentan con un camión que pasa a recoger los cientos de litros untuosos que no pueden tirar por el fregadero…Por cierto, ¿Alguien sabe dónde tirar el mercurio de un termómetro sin tener que hacer kilómetros?…
María Padrón
El salón de casa parece más un vertedero que un lugar de descanso y confort. Han pasado las Navidades, Papá Nöel con sus renos y su trineo, la Nochevieja con los cotillones, la sidra, el cava y los matasuegras. Las resacas del 24 y del 31 de diciembre y la de la noche del 5 de enero que aprovechamos, con la antigua excusa de “todavía me falta un detallito que comprar”, para tomarnos unas cervezas con los amigos que vemos poco el resto del año, después empatamos con una cenita que se prolonga hasta las tantas y por arte de magia no nos tropezamos con los Reyes Magos, los pajes y los ceremoniosos camellos…¿¿o son dromedarios?? En fin, que llega el día 7 de enero y vemos nuestra casa transformada en un punto limpio.
Ja, los excrementos de los camellos y renos van al cubo de restos orgánicos, envueltos en un par de bolsas que deberían ir a parar al contendor amarillo, pero muy necesarias en este caso, y en el de los pañales infantiles, para evitar los olores naturales de tan preciado abono natural cada vez que levantemos la tapa del cubo de la basura. Porque los tiestos que tenemos en el jardín o en la terraza no van a poder absorber tanta cantidad de fertilizante por muy natural y orgánico que éste sea. Qué le vamos a hacer…bueno, alguno habrá que ya tenga un contenedor para los residuos orgánicos, de esos que le pones una capita de tierra y otra de basura y otra de tierra…Así se va rellenando el cubo que se cierra dejando a las afanosas lombrices y demás bichitos transformar los gorros de café, las mondas de naranjas, unos trozos de espagueti que se pegaron al plato, las espinas de pescado que tan mal huelen y tanta mosca verde atraen, porque claro antes, no hace tanto no vayan a creer, había quien iba recogiendo estos restos de puerta en puerta para alimentar a los cochinos, o cerdos que parece más fino, y la carne estaba sabrosa, sí, y duraba todo el año si se la salaba bien…hoy dura dos días y en seguida apesta…los huesitos y los restos de carne se los comían los perritos de casa o los de algún vecino del barrio, las espinas eran para los gatitos que siempre andan por los tejados y las calles…hoy, aunque tengas un animalito en casa no le puedes dar los restos porque se descompone, se le afloja el estómago, vomita sobre tu mejor alfombra la papilla de mocos y grasa que no ha podido digerir, por no hablar de otros “mayores” que te tendrán como un esclavo o una esclava fregona en mano, eso sí, desarrollando tu olfato detectivesco. Ay, qué fácil era todo cuando teníamos menos. Quiero decir que como la sociedad del bienestar nos trae tanto progreso y consumo resulta que gastamos dinerales en basura, y mucha energía también, en campañas para concienciar a los ciudadanos de que hay que reciclar y colocar cada resto en un contenedor determinado; en tu casa cuando te llega gente y confunden los cubos varios y te tiran las colillas de los cigarrillos en el cubito de los envases y el tetrabrick de la leche para el cortado en la bolsa de papel y cartón…¡qué trabajo! Tiene uno que estar con mil ojos y mucho tiento para no herir las susceptibilidades controlando el grito de “ahí noooo”. Y luego nos quejamos de que no llegamos a final de mes. Agotados, como el planeta. Una bolsa de plástico, que tarda siglos en degradarse si sale volando, como lo hace siempre, escapándose del contenedor o del camión que la lleva al vertedero o tal vez de la planta de descomposición cuando un mal viento la levanta por encima de los, digamos, dos metros de la valla metálica, que es lo que los técnicos han calculado que puede elevarse una bolsa de plástico, es utilizada para cada una de las frutas o verduras si decides no pasar por los expositores donde ya están empaquetados los tomates más bonitos en esas bandejitas blancas que no estoy segura no sean un tanto tóxicas. Evitas llevarte las bandejas de pvc y los films transparentes, pero el frutero- que a veces te cuenta que es porque las señoras no quieren que se las pongan todas juntas- te pone los tomates en una bolsa que anuda para meterla en otra bolsa donde irán las otras bolsas con los demás productos de la huerta. Bueno, que no mezclemos las cebollas y los ajos con las fresas, es de entender, pero no nos pasemos, porque ya lo estamos pagando y más caro lo vamos a pagar.
En fin, los dilemas a cuenta de la basura que generamos durante todo el año se acentúan en estos días de despilfarro extra y compras y embalajes compulsivos. Regalos, comida, bebida, que compramos para consumo durante la cenas o los almuerzos, o bien para regalar cuando las ideas de los jerseys, las bufandas y los guantes de cada año las renovamos por un vino exquisito o una delicatessen para quitar el sentido. ¿Y cómo vienen presentados? Como no puede ser de otra manera: en unas cajas sencillas, o más o menos vistosas que parecen un regalo en sí mismas. ¿No les da penita tirarlas a cualquier contenedor después de abrirlas y vaciarlas de contenido?
Vamos a proponer una par de ideas útiles. Las cestas de navidad pueden transformarse en revisteros, en cama para animales de compañía, como frutero en la cocina, para la leña de la chimenea…
Las cajas de vino son muy prácticas en la despensa para ponerlas como pequeñas estanterías supletorias para esos frascos más pequeños que se pierden al final de los estantes. Por ejemplo, una caja de tres botellas de vino con sus maderas separadoras, colocada en horizontal sirve para los tarros de paté, las latas de nata, de guisantes o maíz…con la tapa podemos hacer una mini mesa para colocar el incienso y que resulte más fácil de limpiar la ceniza que va cayendo. Si la caja es de cinco botellas tiene capacidad para almacenar los rollos de papel de aluminio, los de film transparente, los estropajos de repuesto, hasta los guantes de jardín y las tijeras de podar. A las cajas de madera para botellas de dos litros le encontramos un uso estupendo sin ocupar mucho espacio en el cuarto de baño. Sí, como previsión al olvido de reponer el rollo de papel higiénico cuando se acaba el que teníamos de repuesto, podemos tener a mano dos o tres rollos dentro de la caja que colocaremos verticalmente en la esquina más cercana para que no estorbe y además nos sirva para apoyar el típico neceser que siempre anda sin sitio determinado y alguna revista olvidada, ejem…
Bueno, ¿cómo vamos? Menos agobiados, verdad, pues pensemos en algo para esa cajota donde nos trajeron el jamón. Colocada en el suelo de cualquier habitación puede ser destinada a guardar los diarios más íntimos, las postales y recuerdos de los viajes que se van acumulando y van necesitando más espacio. Si los Reyes Magos han sido generosos y ha caído un juego de toallas y sábanas bordadas, también la caja en la que viene presentado con tapa y gaveta es estupenda para archivar papeles, sobres, como mesilla de noche si la cama es bajita, o para abalorios. Eso sí, para evitar que la humedad se apodere de la madera del fondo y estropee los recuerdos, recomiendo pegar unos trozos de la madera misma que hayamos deshecho de otra caja y así dejar un mínimo espacio de aireación entre la caja y el suelo. Otra buena solución, más práctica si se mete la caja debajo de la cama, por ejemplo, o se utiliza como almacén de cd’s junto al equipo de música, es colocarle unas ruedas que faciliten el rodarla. Y hablando de cd’s me dijo una amiga que ella los usa como posavasos. Sí, los cd’s que le dan con propaganda y no quiere para nada, los coloca en la mesita del salón…¿No es buena la idea? Para todo esto está la opción de redecorar las cajas los cd’s o los botes de guisantes que tienen unas onditas, que también le gustan mucho a mi amiga, para poner lápices como cuando éramos niños forrándolos de papel de regalo o adhesivo como el de los libros del colegio. Eso sí, asegúrense de que la caja que están forrando no van a tener que llevarla a la tienda con lo que traía dentro, porque no funciona y hay que cambiar el artículo, ya que puedo constatar que la cara del dependiente que le atienda la reclamación será de póker. Como ven, el recurrir a los métodos de aprovechamiento máximo de los recursos, tal y como se sigue haciendo en el campo donde los abrevaderos del ganado son bañeras viejas o los botes de pintura se usan como maceteros de geranios y hierbas aromáticas, el poner velitas en los cuencos de barro de los helados y las cáscaras de los pistachos y las pipas en las bandejitas de la crema catalana, no es nada cutre. ¿Pues no se ha puesto de moda a precios desorbitados, como todo, claro, una firma de bolsos hechos con las bolsas de papas fritas y latas de refrescos?
Lástima que a nadie le salga la creatividad para aprovechar los redondeles de plástico que sujetan las latas y mata a tantos animales al meter sus cabecitas por los agujeros y quedárseles enganchados como una trampa mortal… Muchos de mis amigos todavía me miran con cara rara cuando me ven cortar el plástico de seis u ocho agujeros. No se acostumbran al gesto. La frase es la del anuncio:”total, por uno…””Eso no va a llegar al mar”¿Conseguiremos ser algún día conscientes de lo brutos que somos? Ni siquiera nos afecta ver a las pobres tortugas bobas con alguna aleta con collarín, siendo rescatadas por un barco compasivo, o delfines y marsopas con el hocico atrapado en el resistente plástico o muertos por su ingesta; ¿y ver en una estantería de museo una foquita atrapada y muerta por nuestra falta de conciencia?.
Circula un email dando una solución para el aceite usado en casa que es echarlo en el contenedor de envases, pero…¿eso no dificultaría el proceso de reciclado de los envases? ¿No sería mejor poner un bidón específico para tirar la botella llena de aceite? Al fin y al cabo los restaurantes cuentan con un camión que pasa a recoger los cientos de litros untuosos que no pueden tirar por el fregadero…Por cierto, ¿Alguien sabe dónde tirar el mercurio de un termómetro sin tener que hacer kilómetros?…
María Padrón
Publicado en Zero nº104- 2008.
Hola Maria: Con respecto al mercurio, ni idea, pero si con respecto al aceite. Yo trabajo en una Empresa de gestión de aceites usados de cocina y este problema como usuario/ciudadano lo tiene que solucionar el Ayuntamiento, que para eso pagamos nuestros impuestos, y mucho. Tienes que quejarte a tu Ayuntamiento para que pongan contenedores en la vía púlica. Nosotros hacemos campañas y los Ayuntamientos no quieres saber nada, solo cuando se ven presionados por los vecino que exigen sus derechos es cuando implantan el servicio. Suerte y gracias.jose@gave.es
ResponderEliminarGracias, Jose! Intentaré que el ayuntamiento ponga un contenedor junto a los otros, jaja, ya me preparo para la misión imposible...
ResponderEliminarYa me parecía a mi que este texto lo había leído antes :)
ResponderEliminarEs que hay que reciclarlo todo,jajaja, incluso los textos, y más si son atemporales:) o de máxima actualidad...
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