En algunos es condición querer hacerse con lo que tiene el otro: una casa, unas tierras, un coche… incluso la publicidad se encarga de provocar ese sentimiento de envidia a través de sus mensajes. Si los malos se empeñan, todo vale para hacerse con el botín, aunque sólo sea para encontrar calderilla en el interior de un bolso robado. Siempre nos hemos agrupado para protegernos del agresor. Mientras permanezcamos al amparo de las murallas, bajo la atenta mirada de nuestros protectores, nos sentimos seguros. Pero cada vez es más difícil diferenciar al enemigo. La convivencia es difícil, no sólo en casa, sino con el resto de la comunidad.
Los hay rateros maestros en el hurto disimulado y los hay bruscos y agresivos. Cualquier momento es bueno, no importa la presencia del guardia de seguridad, de las alarmas, de los sensores, de que lleves la cartera pegada al cuerpo como un apéndice. Si te han echado el ojo, te abren la cremallera del bolso y tienen el tiento tan trabajado que te limpian el interior sin que sientas el manejo. Una batería de sentimientos contradictorios deja al desvalijado vulnerable, desorientado, con la culpa por haber, quizás, bajado la guardia, y agradecido por no haber sufrido agresión física. Mayor es el agradecimiento si sólo le han robado el dinero y no la documentación, las fotos que llevamos con cariño en la cartera, las tarjetas bancarias, las tarjetas de visita, la agenda…Pasar por tal situación de indefensión y burocracia te deja exhausto.
Empezamos por ir a comisaría a poner la denuncia, con el sopapo de haberte quedado sin el bolso, mochila, riñonera o lo que lleves, sin las llaves de casa, ni dinero para llamar por teléfono, ni agenda, ni tarjetas que tienes que anular inmediatamente para que no te limpien también la cuenta del banco. En la puerta, un policía te dice que te armes de paciencia o hagas lo que tengas que hacer antes, porque hay cola…”¿perdón?” “que hay mucha gente antes que usted” “pero ¿ha pasado algo especial?” “es sábado noche” y te da la fiebre, claro. “Mire, es que no tengo dinero y tengo que llamar en seguida para anular las tarjetas y que me bloqueen el teléfono móvil” “Pues lo único que puedo hacer yo es darle una moneda”, dijo amablemente el agente echándose la mano al bolsillo de su pantalón azul. Mientras te da otra opción - irte y poner la denuncia por teléfono y firmarla al día siguiente-, un señor extranjero intenta entender, ya muy harto, a dónde tiene que dirigirse para firmar su denuncia.
Las semanas siguientes el que espera, desespera a ver si, con suerte, llegan los documentos y así evitar los desmesurados madrugones y las desmoralizadoras colas para el papeleo, una día tras otro hasta conseguir número. Mientras tanto eres un indocumentado. Peregrinaciones a las oficinas del DNI, de Tráfico, del banco; llamadas interminables a las compañías del seguro médico, aéreas, etc, etc, etc. ¡Cuánto cabe en un pequeño bolso! ¡Y cuánto cuesta reponerlo todo! Por la renovación de las tarjetas, por cada uno de los documentos, y sobre todo, por lo que no tiene precio: el tiempo. Tiempo que tienes que emplear de tus horas de trabajo o de días por asuntos propios o de tus vacaciones. En fin, que el hecho del robo no es solamente que te quiten tus pertenencias, sino además el trastorno de las renovaciones y los desembolsos correspondientes.
Sé de señoras mayores que salen a la calle con los euritos contados en la mano para comprar el pan de cada día, porque han sido arrastradas tantas veces por las aceras, cuando unos desaprensivos les dan un tirón a su bolsito, que el salir a la calle les supone una aventura que afrontan con valentía. Primero eran los golfos del barrio. Después, los del barrio de arriba. Ahora, además, los que vienen de otros barrios mucho más lejanos.
Seguridad, ¿Dónde estás? Te buscamos y no te encontramos. En la calle, en casa, en el trabajo, mientras viajamos, la sensación de inseguridad es tal que no sabemos qué hacer, cómo actuar, cómo prevenir. Si sales atrincherado en tu coche, unos tipos en una moto se te paran al lado, rompen la ventanilla y se llevan lo que puedan del asiento del copiloto. Suerte si no te clavas algún cristal y no te da un ataque de nervios. Los cuerpos de seguridad del Estado no dan abasto. Somos más y hay más amigos de lo ajeno. Toda precaución es poca. Quedarse en casa tampoco es una solución, ya que es preferible estar fuera de ella cuando te entran a robar. Al disgusto del atraco se suma la angustia de sufrirlo en carnes. Si en el aeropuerto parece que te han pedido que te desnudes cuando te quedas sin botas o sin zapatos para pasar el arco metálico que pita con una cremallera o la hebilla del cinturón, cómo será padecer un atraco a mano armada o un atentado terrorista.
Mientras la Sociedad General de Autores quiere imponer un canon para asegurar la propiedad intelectual de sus obras, los datos personales de las personas de a pie van de un lado a otro. Ningún sistema es completamente seguro. Las conexiones de internet son vulnerables. Los teléfonos se pinchan para hablar gratis a costa del vecino. Y hablando de vecinos. Siempre se ha dicho que “más vale tener un buen vecino cerca que un familiar lejos”, pero no nos podemos fiar ni de nada ni de nadie. Los niños no pueden jugar solos en la calle, aunque sea en un pueblo, porque desaparecen sin dejar rastro. Los mayorcitos tienen que abandonar su incipiente independencia y volver a ser acompañados por sus padres al colegio. Hay miedo. Y la pregunta es: ¿a quién beneficia este miedo?
Publicado en Zero, nº107. Año2008.
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domingo, 31 de enero de 2010
viernes, 22 de enero de 2010
Sherlock Holmes
Up in the air
Estupenda película. George Clooney maravilloso y no por lo guapo que está, que es, en fín, que también, pero borda su papel de hombre sin ataduras que se pasa la vida en los aeropuertos, yendo de una empresa a otra reduciendo las plantillas...un drama con muy buenos golpes de humor.
Hacía mucho que no iba al cine, a una sala. Me preguntaba por qué, mientras disfrutaba del reencuentro y me respondían los ruidos non-stop de los de la fila de atrás con las bolsas de chucherías y las risitas y cuchicheos de las de al lado. Era domingo. Da igual la ciudad. El enfado no pudo con el gusto, pero sobraba. Ganó la peli, la trama, el ritmo, las secuencias, las interpretaciones y por supuesto, los ojos sonrientes de George.
jueves, 14 de enero de 2010
Cómo está el tiempo.
¿Caos? Se fue. Entrada la noche, aunque solo eran las siete de la tarde, Londres no estaba cubierta de nieve, no había atascos, ni siquiera mucho tráfico. Bajo la mortecina luz de las farolas, la vida volvía a la rutina. Las imágenes publicadas por todos los medios de comunicación durante días, las alarmas y alertas de temporal se desvanecieron como por arte de magia de la noche a la mañana. Los aeropuertos funcionaban con normalidad. La escala en Barajas sin problemas.
(Fotografías de mi cámara.)
Desde el segundo piso del bus, se ven los techos de las marquesinas de las paradas de guaguas, de los carritos de periódicos, los muros de los puentes que atraviesan el río, de algunos coches que no han debido de moverse en los últimas días, con restos del ensueño blanco que se transformó en pesadilla.
Uy, sí, queda nieve en los parques. La hierba verde está totalmente cubierta. Tan solo sobresalen erguidos los troncos pelados de frío invierno.
Es agradable abrir la terraza y descubrirla blanca. De madrugada volvió a nevar y cuajó. Y unos ligeros copos blancos flotaron durante la tarde. Ya era tiempo de usar las bufandas, los guantes, los calcetines hasta las rodillas y los abrigos mullidos. Es enero y en el hemisferio norte es lo que corresponde, aunque todavía nos coja por sorpresa.
(Fotografías de mi cámara.)
miércoles, 6 de enero de 2010
Reciclar para no morir
¿Y ahora qué hago yo con todo esto?
El salón de casa parece más un vertedero que un lugar de descanso y confort. Han pasado las Navidades, Papá Nöel con sus renos y su trineo, la Nochevieja con los cotillones, la sidra, el cava y los matasuegras. Las resacas del 24 y del 31 de diciembre y la de la noche del 5 de enero que aprovechamos, con la antigua excusa de “todavía me falta un detallito que comprar”, para tomarnos unas cervezas con los amigos que vemos poco el resto del año, después empatamos con una cenita que se prolonga hasta las tantas y por arte de magia no nos tropezamos con los Reyes Magos, los pajes y los ceremoniosos camellos…¿¿o son dromedarios?? En fin, que llega el día 7 de enero y vemos nuestra casa transformada en un punto limpio.
Ja, los excrementos de los camellos y renos van al cubo de restos orgánicos, envueltos en un par de bolsas que deberían ir a parar al contendor amarillo, pero muy necesarias en este caso, y en el de los pañales infantiles, para evitar los olores naturales de tan preciado abono natural cada vez que levantemos la tapa del cubo de la basura. Porque los tiestos que tenemos en el jardín o en la terraza no van a poder absorber tanta cantidad de fertilizante por muy natural y orgánico que éste sea. Qué le vamos a hacer…bueno, alguno habrá que ya tenga un contenedor para los residuos orgánicos, de esos que le pones una capita de tierra y otra de basura y otra de tierra…Así se va rellenando el cubo que se cierra dejando a las afanosas lombrices y demás bichitos transformar los gorros de café, las mondas de naranjas, unos trozos de espagueti que se pegaron al plato, las espinas de pescado que tan mal huelen y tanta mosca verde atraen, porque claro antes, no hace tanto no vayan a creer, había quien iba recogiendo estos restos de puerta en puerta para alimentar a los cochinos, o cerdos que parece más fino, y la carne estaba sabrosa, sí, y duraba todo el año si se la salaba bien…hoy dura dos días y en seguida apesta…los huesitos y los restos de carne se los comían los perritos de casa o los de algún vecino del barrio, las espinas eran para los gatitos que siempre andan por los tejados y las calles…hoy, aunque tengas un animalito en casa no le puedes dar los restos porque se descompone, se le afloja el estómago, vomita sobre tu mejor alfombra la papilla de mocos y grasa que no ha podido digerir, por no hablar de otros “mayores” que te tendrán como un esclavo o una esclava fregona en mano, eso sí, desarrollando tu olfato detectivesco. Ay, qué fácil era todo cuando teníamos menos. Quiero decir que como la sociedad del bienestar nos trae tanto progreso y consumo resulta que gastamos dinerales en basura, y mucha energía también, en campañas para concienciar a los ciudadanos de que hay que reciclar y colocar cada resto en un contenedor determinado; en tu casa cuando te llega gente y confunden los cubos varios y te tiran las colillas de los cigarrillos en el cubito de los envases y el tetrabrick de la leche para el cortado en la bolsa de papel y cartón…¡qué trabajo! Tiene uno que estar con mil ojos y mucho tiento para no herir las susceptibilidades controlando el grito de “ahí noooo”. Y luego nos quejamos de que no llegamos a final de mes. Agotados, como el planeta. Una bolsa de plástico, que tarda siglos en degradarse si sale volando, como lo hace siempre, escapándose del contenedor o del camión que la lleva al vertedero o tal vez de la planta de descomposición cuando un mal viento la levanta por encima de los, digamos, dos metros de la valla metálica, que es lo que los técnicos han calculado que puede elevarse una bolsa de plástico, es utilizada para cada una de las frutas o verduras si decides no pasar por los expositores donde ya están empaquetados los tomates más bonitos en esas bandejitas blancas que no estoy segura no sean un tanto tóxicas. Evitas llevarte las bandejas de pvc y los films transparentes, pero el frutero- que a veces te cuenta que es porque las señoras no quieren que se las pongan todas juntas- te pone los tomates en una bolsa que anuda para meterla en otra bolsa donde irán las otras bolsas con los demás productos de la huerta. Bueno, que no mezclemos las cebollas y los ajos con las fresas, es de entender, pero no nos pasemos, porque ya lo estamos pagando y más caro lo vamos a pagar.
En fin, los dilemas a cuenta de la basura que generamos durante todo el año se acentúan en estos días de despilfarro extra y compras y embalajes compulsivos. Regalos, comida, bebida, que compramos para consumo durante la cenas o los almuerzos, o bien para regalar cuando las ideas de los jerseys, las bufandas y los guantes de cada año las renovamos por un vino exquisito o una delicatessen para quitar el sentido. ¿Y cómo vienen presentados? Como no puede ser de otra manera: en unas cajas sencillas, o más o menos vistosas que parecen un regalo en sí mismas. ¿No les da penita tirarlas a cualquier contenedor después de abrirlas y vaciarlas de contenido?
Vamos a proponer una par de ideas útiles. Las cestas de navidad pueden transformarse en revisteros, en cama para animales de compañía, como frutero en la cocina, para la leña de la chimenea…
Las cajas de vino son muy prácticas en la despensa para ponerlas como pequeñas estanterías supletorias para esos frascos más pequeños que se pierden al final de los estantes. Por ejemplo, una caja de tres botellas de vino con sus maderas separadoras, colocada en horizontal sirve para los tarros de paté, las latas de nata, de guisantes o maíz…con la tapa podemos hacer una mini mesa para colocar el incienso y que resulte más fácil de limpiar la ceniza que va cayendo. Si la caja es de cinco botellas tiene capacidad para almacenar los rollos de papel de aluminio, los de film transparente, los estropajos de repuesto, hasta los guantes de jardín y las tijeras de podar. A las cajas de madera para botellas de dos litros le encontramos un uso estupendo sin ocupar mucho espacio en el cuarto de baño. Sí, como previsión al olvido de reponer el rollo de papel higiénico cuando se acaba el que teníamos de repuesto, podemos tener a mano dos o tres rollos dentro de la caja que colocaremos verticalmente en la esquina más cercana para que no estorbe y además nos sirva para apoyar el típico neceser que siempre anda sin sitio determinado y alguna revista olvidada, ejem…
Bueno, ¿cómo vamos? Menos agobiados, verdad, pues pensemos en algo para esa cajota donde nos trajeron el jamón. Colocada en el suelo de cualquier habitación puede ser destinada a guardar los diarios más íntimos, las postales y recuerdos de los viajes que se van acumulando y van necesitando más espacio. Si los Reyes Magos han sido generosos y ha caído un juego de toallas y sábanas bordadas, también la caja en la que viene presentado con tapa y gaveta es estupenda para archivar papeles, sobres, como mesilla de noche si la cama es bajita, o para abalorios. Eso sí, para evitar que la humedad se apodere de la madera del fondo y estropee los recuerdos, recomiendo pegar unos trozos de la madera misma que hayamos deshecho de otra caja y así dejar un mínimo espacio de aireación entre la caja y el suelo. Otra buena solución, más práctica si se mete la caja debajo de la cama, por ejemplo, o se utiliza como almacén de cd’s junto al equipo de música, es colocarle unas ruedas que faciliten el rodarla. Y hablando de cd’s me dijo una amiga que ella los usa como posavasos. Sí, los cd’s que le dan con propaganda y no quiere para nada, los coloca en la mesita del salón…¿No es buena la idea? Para todo esto está la opción de redecorar las cajas los cd’s o los botes de guisantes que tienen unas onditas, que también le gustan mucho a mi amiga, para poner lápices como cuando éramos niños forrándolos de papel de regalo o adhesivo como el de los libros del colegio. Eso sí, asegúrense de que la caja que están forrando no van a tener que llevarla a la tienda con lo que traía dentro, porque no funciona y hay que cambiar el artículo, ya que puedo constatar que la cara del dependiente que le atienda la reclamación será de póker. Como ven, el recurrir a los métodos de aprovechamiento máximo de los recursos, tal y como se sigue haciendo en el campo donde los abrevaderos del ganado son bañeras viejas o los botes de pintura se usan como maceteros de geranios y hierbas aromáticas, el poner velitas en los cuencos de barro de los helados y las cáscaras de los pistachos y las pipas en las bandejitas de la crema catalana, no es nada cutre. ¿Pues no se ha puesto de moda a precios desorbitados, como todo, claro, una firma de bolsos hechos con las bolsas de papas fritas y latas de refrescos?
Lástima que a nadie le salga la creatividad para aprovechar los redondeles de plástico que sujetan las latas y mata a tantos animales al meter sus cabecitas por los agujeros y quedárseles enganchados como una trampa mortal… Muchos de mis amigos todavía me miran con cara rara cuando me ven cortar el plástico de seis u ocho agujeros. No se acostumbran al gesto. La frase es la del anuncio:”total, por uno…””Eso no va a llegar al mar”¿Conseguiremos ser algún día conscientes de lo brutos que somos? Ni siquiera nos afecta ver a las pobres tortugas bobas con alguna aleta con collarín, siendo rescatadas por un barco compasivo, o delfines y marsopas con el hocico atrapado en el resistente plástico o muertos por su ingesta; ¿y ver en una estantería de museo una foquita atrapada y muerta por nuestra falta de conciencia?.
Circula un email dando una solución para el aceite usado en casa que es echarlo en el contenedor de envases, pero…¿eso no dificultaría el proceso de reciclado de los envases? ¿No sería mejor poner un bidón específico para tirar la botella llena de aceite? Al fin y al cabo los restaurantes cuentan con un camión que pasa a recoger los cientos de litros untuosos que no pueden tirar por el fregadero…Por cierto, ¿Alguien sabe dónde tirar el mercurio de un termómetro sin tener que hacer kilómetros?…
María Padrón
El salón de casa parece más un vertedero que un lugar de descanso y confort. Han pasado las Navidades, Papá Nöel con sus renos y su trineo, la Nochevieja con los cotillones, la sidra, el cava y los matasuegras. Las resacas del 24 y del 31 de diciembre y la de la noche del 5 de enero que aprovechamos, con la antigua excusa de “todavía me falta un detallito que comprar”, para tomarnos unas cervezas con los amigos que vemos poco el resto del año, después empatamos con una cenita que se prolonga hasta las tantas y por arte de magia no nos tropezamos con los Reyes Magos, los pajes y los ceremoniosos camellos…¿¿o son dromedarios?? En fin, que llega el día 7 de enero y vemos nuestra casa transformada en un punto limpio.
Ja, los excrementos de los camellos y renos van al cubo de restos orgánicos, envueltos en un par de bolsas que deberían ir a parar al contendor amarillo, pero muy necesarias en este caso, y en el de los pañales infantiles, para evitar los olores naturales de tan preciado abono natural cada vez que levantemos la tapa del cubo de la basura. Porque los tiestos que tenemos en el jardín o en la terraza no van a poder absorber tanta cantidad de fertilizante por muy natural y orgánico que éste sea. Qué le vamos a hacer…bueno, alguno habrá que ya tenga un contenedor para los residuos orgánicos, de esos que le pones una capita de tierra y otra de basura y otra de tierra…Así se va rellenando el cubo que se cierra dejando a las afanosas lombrices y demás bichitos transformar los gorros de café, las mondas de naranjas, unos trozos de espagueti que se pegaron al plato, las espinas de pescado que tan mal huelen y tanta mosca verde atraen, porque claro antes, no hace tanto no vayan a creer, había quien iba recogiendo estos restos de puerta en puerta para alimentar a los cochinos, o cerdos que parece más fino, y la carne estaba sabrosa, sí, y duraba todo el año si se la salaba bien…hoy dura dos días y en seguida apesta…los huesitos y los restos de carne se los comían los perritos de casa o los de algún vecino del barrio, las espinas eran para los gatitos que siempre andan por los tejados y las calles…hoy, aunque tengas un animalito en casa no le puedes dar los restos porque se descompone, se le afloja el estómago, vomita sobre tu mejor alfombra la papilla de mocos y grasa que no ha podido digerir, por no hablar de otros “mayores” que te tendrán como un esclavo o una esclava fregona en mano, eso sí, desarrollando tu olfato detectivesco. Ay, qué fácil era todo cuando teníamos menos. Quiero decir que como la sociedad del bienestar nos trae tanto progreso y consumo resulta que gastamos dinerales en basura, y mucha energía también, en campañas para concienciar a los ciudadanos de que hay que reciclar y colocar cada resto en un contenedor determinado; en tu casa cuando te llega gente y confunden los cubos varios y te tiran las colillas de los cigarrillos en el cubito de los envases y el tetrabrick de la leche para el cortado en la bolsa de papel y cartón…¡qué trabajo! Tiene uno que estar con mil ojos y mucho tiento para no herir las susceptibilidades controlando el grito de “ahí noooo”. Y luego nos quejamos de que no llegamos a final de mes. Agotados, como el planeta. Una bolsa de plástico, que tarda siglos en degradarse si sale volando, como lo hace siempre, escapándose del contenedor o del camión que la lleva al vertedero o tal vez de la planta de descomposición cuando un mal viento la levanta por encima de los, digamos, dos metros de la valla metálica, que es lo que los técnicos han calculado que puede elevarse una bolsa de plástico, es utilizada para cada una de las frutas o verduras si decides no pasar por los expositores donde ya están empaquetados los tomates más bonitos en esas bandejitas blancas que no estoy segura no sean un tanto tóxicas. Evitas llevarte las bandejas de pvc y los films transparentes, pero el frutero- que a veces te cuenta que es porque las señoras no quieren que se las pongan todas juntas- te pone los tomates en una bolsa que anuda para meterla en otra bolsa donde irán las otras bolsas con los demás productos de la huerta. Bueno, que no mezclemos las cebollas y los ajos con las fresas, es de entender, pero no nos pasemos, porque ya lo estamos pagando y más caro lo vamos a pagar.
En fin, los dilemas a cuenta de la basura que generamos durante todo el año se acentúan en estos días de despilfarro extra y compras y embalajes compulsivos. Regalos, comida, bebida, que compramos para consumo durante la cenas o los almuerzos, o bien para regalar cuando las ideas de los jerseys, las bufandas y los guantes de cada año las renovamos por un vino exquisito o una delicatessen para quitar el sentido. ¿Y cómo vienen presentados? Como no puede ser de otra manera: en unas cajas sencillas, o más o menos vistosas que parecen un regalo en sí mismas. ¿No les da penita tirarlas a cualquier contenedor después de abrirlas y vaciarlas de contenido?
Vamos a proponer una par de ideas útiles. Las cestas de navidad pueden transformarse en revisteros, en cama para animales de compañía, como frutero en la cocina, para la leña de la chimenea…
Las cajas de vino son muy prácticas en la despensa para ponerlas como pequeñas estanterías supletorias para esos frascos más pequeños que se pierden al final de los estantes. Por ejemplo, una caja de tres botellas de vino con sus maderas separadoras, colocada en horizontal sirve para los tarros de paté, las latas de nata, de guisantes o maíz…con la tapa podemos hacer una mini mesa para colocar el incienso y que resulte más fácil de limpiar la ceniza que va cayendo. Si la caja es de cinco botellas tiene capacidad para almacenar los rollos de papel de aluminio, los de film transparente, los estropajos de repuesto, hasta los guantes de jardín y las tijeras de podar. A las cajas de madera para botellas de dos litros le encontramos un uso estupendo sin ocupar mucho espacio en el cuarto de baño. Sí, como previsión al olvido de reponer el rollo de papel higiénico cuando se acaba el que teníamos de repuesto, podemos tener a mano dos o tres rollos dentro de la caja que colocaremos verticalmente en la esquina más cercana para que no estorbe y además nos sirva para apoyar el típico neceser que siempre anda sin sitio determinado y alguna revista olvidada, ejem…
Bueno, ¿cómo vamos? Menos agobiados, verdad, pues pensemos en algo para esa cajota donde nos trajeron el jamón. Colocada en el suelo de cualquier habitación puede ser destinada a guardar los diarios más íntimos, las postales y recuerdos de los viajes que se van acumulando y van necesitando más espacio. Si los Reyes Magos han sido generosos y ha caído un juego de toallas y sábanas bordadas, también la caja en la que viene presentado con tapa y gaveta es estupenda para archivar papeles, sobres, como mesilla de noche si la cama es bajita, o para abalorios. Eso sí, para evitar que la humedad se apodere de la madera del fondo y estropee los recuerdos, recomiendo pegar unos trozos de la madera misma que hayamos deshecho de otra caja y así dejar un mínimo espacio de aireación entre la caja y el suelo. Otra buena solución, más práctica si se mete la caja debajo de la cama, por ejemplo, o se utiliza como almacén de cd’s junto al equipo de música, es colocarle unas ruedas que faciliten el rodarla. Y hablando de cd’s me dijo una amiga que ella los usa como posavasos. Sí, los cd’s que le dan con propaganda y no quiere para nada, los coloca en la mesita del salón…¿No es buena la idea? Para todo esto está la opción de redecorar las cajas los cd’s o los botes de guisantes que tienen unas onditas, que también le gustan mucho a mi amiga, para poner lápices como cuando éramos niños forrándolos de papel de regalo o adhesivo como el de los libros del colegio. Eso sí, asegúrense de que la caja que están forrando no van a tener que llevarla a la tienda con lo que traía dentro, porque no funciona y hay que cambiar el artículo, ya que puedo constatar que la cara del dependiente que le atienda la reclamación será de póker. Como ven, el recurrir a los métodos de aprovechamiento máximo de los recursos, tal y como se sigue haciendo en el campo donde los abrevaderos del ganado son bañeras viejas o los botes de pintura se usan como maceteros de geranios y hierbas aromáticas, el poner velitas en los cuencos de barro de los helados y las cáscaras de los pistachos y las pipas en las bandejitas de la crema catalana, no es nada cutre. ¿Pues no se ha puesto de moda a precios desorbitados, como todo, claro, una firma de bolsos hechos con las bolsas de papas fritas y latas de refrescos?
Lástima que a nadie le salga la creatividad para aprovechar los redondeles de plástico que sujetan las latas y mata a tantos animales al meter sus cabecitas por los agujeros y quedárseles enganchados como una trampa mortal… Muchos de mis amigos todavía me miran con cara rara cuando me ven cortar el plástico de seis u ocho agujeros. No se acostumbran al gesto. La frase es la del anuncio:”total, por uno…””Eso no va a llegar al mar”¿Conseguiremos ser algún día conscientes de lo brutos que somos? Ni siquiera nos afecta ver a las pobres tortugas bobas con alguna aleta con collarín, siendo rescatadas por un barco compasivo, o delfines y marsopas con el hocico atrapado en el resistente plástico o muertos por su ingesta; ¿y ver en una estantería de museo una foquita atrapada y muerta por nuestra falta de conciencia?.
Circula un email dando una solución para el aceite usado en casa que es echarlo en el contenedor de envases, pero…¿eso no dificultaría el proceso de reciclado de los envases? ¿No sería mejor poner un bidón específico para tirar la botella llena de aceite? Al fin y al cabo los restaurantes cuentan con un camión que pasa a recoger los cientos de litros untuosos que no pueden tirar por el fregadero…Por cierto, ¿Alguien sabe dónde tirar el mercurio de un termómetro sin tener que hacer kilómetros?…
María Padrón
Publicado en Zero nº104- 2008.
sábado, 2 de enero de 2010
¿Y tú, de qué bosque eres? ¿De dónde vienes? ¿Cómo llegaste a mi casa?
Una silla, una mesa, los creyones de colores, el papel de la impresora, las estanterías…Lo que es madera y lo que no lo es. No comemos serrín de pino, ni virutas de roble, no nos exfoliamos la piel con palitos de teca, ni el chocolate es de resina de abedul. Sin embargo, con sencillos y manidos gestos cotidianos, contribuimos a la tala ilegal de bosques en grave peligro de extinción. ¡Menudo estrés!
Vayamos desgranando. Piquemos la curiosidad del despistado que no se ha planteado nunca nada de lo que este pobre ciudadano acaba de contarle. Tratemos de hacerle sentir que la selva Amazónica, el bosque primario más grande del mundo, es el parque que tiene a la vuelta de la esquina y que algunos tratan de convertir en huerta de monocultivos, como está ocurriendo en Indonesia, por ejemplo, sin respetar los escasos e imprescindibles pulmones de nuestro maltratado planeta. Cuando no tenemos aire, abrimos más los ojos como para poder respirar por ellos. Abramos pues los ojos para poder seguir respirando. Es un gesto primario y vital. ¿Y por qué son vitales los bosques primarios? Greenpeace lo explica con detalle en su web:
“¿Cómo va a ser eso?”, se pregunta inocente un ciudadano consciente de la importancia de cuidar el medio ambiente. “Yo intento comprar el papel de la impresora reciclado, sin cloro, haciendo la vista gorda a ese tonito blanco roto y que tenga ese sello…,¿cómo se llama? FSC, um, FCS, bueno, ése que garantiza que no se han cargado ningún bosque, sea del número que sea, que está controlado el origen, que ha pasado seriamente por todas las aduanas de las fronteras estatales, revisando las cargas de los buques en los puertos de salida; me siento mal (de sentir), cada vez que me siento (de sentarme) a la mesa que compré hace 20 años y no tengo ni idea de dónde vino; la culpa me corroe cuando disfruto del sofá que me regalaron entusiasmados mis padres…¿y ahora me dicen que las papas fritas esas que están tan de moda, el queso fundido de los angelitos, algunos chocolates, cremas y hamburguesas, participan activamente en la deforestación de los bosques primarios?” “It’s too much”.
“Los Bosques Primarios son naturales y se caracterizan por no haber sido transformados o alterados nunca por la actividad industrial. Su dinámica y evolución depende del régimen de perturbaciones naturales, con nula o escasa intervención humana y son lo suficientemente grandes como para garantizar la supervivencia de poblaciones viables de todos los seres vivos, incluidas especies migratorias. Dado que la intervención humana ha sido limitada, los Bosques Primarios son los únicos que aún se conservan en estado virgen. Por lo tanto, ningún otro tipo de bosque o plantación se acerca a la riqueza biológica o a la importancia ecológica de los Bosques Primarios”.
Sólo quedan siete, como siete eran los enanitos de Blancanieves. Siete grandes bosques cada uno con sus características particulares que viven amenazados por la explotación forestal o petrolífera, la minería, la construcción de embalses y carreteras, la expansión de la agricultura y la ganadería, cual bruja malvada tratando de aniquilar el planeta, que dormido espera la llegada del príncipe que lo devuelva a la vida. Y como siete es número mágico, y la esperanza es lo último que se pierde, quizá consiga un final feliz para los siete magníficos: El bosque tropical amazónico, la jungla del sudeste asiático, las selvas de África central, los bosques templados de Sudamérica, los bosques primarios de Norteamérica, los últimos bosques primarios europeos y los bosques de la Taiga siberiana.
El 80% de estos bosques vírgenes ya ha sido destruido o alterado. Cuando se tala un bosque primario ya no se recupera. Los siguientes son bosques secundarios y plantaciones que sustituyen a la cubierta vegetal. Éstos son mucho menos complejos en biodiversidad y más susceptibles al fuego, entre otras cosas. Necesitan protección a través de los organismos nacionales e internacionales, pero también la concienciación de todos los que habitamos el planeta, empezando por las grandes empresas que tienen en sus manos decidir si contribuyen o no a la conservación de estos espacios y detener la tala indiscriminada de árboles, para plantar en su lugar aquello que dé lo muy demandado actualmente en sus productos, el Aceite de Palma, que provoca más emisiones de efecto invernadero que el sector transportes y acabó con la vida de unos 1.600 orangutanes en 2006.
En la Sesión Especial de la Asamblea de Naciones Unidas que tuvo lugar en junio de 1997, en la que se revisó la aplicación de los Acuerdos de Río, se aprobó un texto que resume la preocupación de todos los países por el estado de los bosques: “La ordenación, la conservación y el desarrollo sostenible de todos los tipos de bosques son fundamentales para el desarrollo económico y social, la protección del medio ambiente y los sistemas sustentadores de la vida en el planeta. Los bosques son parte integrante del desarrollo sostenible.” PEEERO, con frecuencia, como en la Amazonia, la falta de control del gobierno hace que se cometan muchas irregularidades, y que algunas empresas se asienten ilegalmente en terrenos con títulos de propiedad falsos. Hay un saqueo de tierras. Las condiciones de los trabajadores son de esclavitud. Las personas que llegan en busca de trabajo son engañadas y se les roba su documentación produciéndose casos de intimidación y de violencia.
Y aquí es donde podemos hacer algo los ciudadanos de a pie: la soja que llega a España a través de los piensos para la alimentación animal y en cadenas de comida rápida, es cultivada en zonas robadas a los bosques, y la gran mayoría del mobiliario urbano está realizado con maderas tropicales asociadas a la destrucción y violación de derechos humanos. Los bosques primarios del planeta son el hogar de 150 millones de personas. 20 millones viven en la Amazonia. El 80% de la madera producida en Amazonia Brasileña se explota ilegalmente. Por esto, se convierte en noticia que llegue a Galicia el primer cargamento de madera tropical brasileña “legal”. Greenpeace señala que seis empresas vinculadas con la tala ilegal son habituales proveedoras de madera tropical del mercado español y están asentadas en el estado brasileño de Pará, de donde procede más del 86% de la madera tropical importada por el sector madedero español y la Unión Europea. Indonesia es el principal país proveedor de productos papeleros al Estado Español, unas 30.000 tn anuales.
Busquemos productos con certificación forestal sostenible, el sello FSC.
Cuando la madera procede de un bosque bien gestionado y lleva un certificado forestal exigente como el FSC, la madera es sin duda el material más ecológico frente a otros cuyo proceso de fabricación y eliminación consume mucha energía y es contaminante.
Cuando la madera procede de un bosque bien gestionado y lleva un certificado forestal exigente como el FSC, la madera es sin duda el material más ecológico frente a otros cuyo proceso de fabricación y eliminación consume mucha energía y es contaminante.
Mientras cada año se pierde un área de bosque primario equivalente al tamaño de Grecia, más de 1.6 mil millones de personas dependen en diferente medida de los bosques. En Inglaterra buscan a Robin Hood, porque el bosque de Sherwood está en peligro de extinción con la mayor colección de robles antiguos de Europa (el más viejo datado de 1415). En Salamanca, Ecologistas en acción denuncia que el robledal de la Genestosa (catalogado como uno de los mejores en su género de toda la Unión Europea) sufre talas indiscriminadas y especulativas por parte de la administración. Como si estuviésemos en el corazón africano muertos de sed y de hambre y no nos quedase más salida que cortar los dos troncos leñosos que apenas quedan en Burkina Faso para poder alimentar a la familia aún sabiendo que condena al futuro... En 2004, la keniata Wangari Maathai recibió el Premio Nobel de la Paz por su proyecto “Movimiento del cinturón verde”, plantando 30 millones de árboles por todo el país y generando al menos 80.000 puestos de trabajo en los viveros.
En el siglo XlX, el pintor Théodore Rousseau abandonó París en 1847 para instalarse en Barbizon, nido de los Impresionistas. Inspirado, por los árboles del bosque de Fontainebleau, y abatido, por la tala que estaban sufriendo por la incipiente sociedad industrial, obtuvo por decreto imperial de Napoleón III en 1852-1853, la reserva artística del bosque de Fontainebleau para luchar contra la deforestación y una expansión abusiva del turismo, así como de la explotación con fines comerciales del bosque de los mosqueteros…
La aventura continúa.
Las finas telas de los pañuelos de encaje de la época de los espadachines han sido sustituidas por la pulpa de la madera y no sé si será por la presbicia, pero no se ve por ningún lado de la caja o del paquete de dónde procede el pañuelito de papel tan práctico, cómodo e higiénico por otro lado. La vista se cansa de leer cómo empresas sin ningún escrúpulo arrasan bosques enteros para obtener lo que se encuentra en el serrín.
Otra cosita importante, ¿cómo si están habla que te habla en Copenhague para reducir el impacto climático de la deforestación, los gobiernos europeos al mismo tiempo votan no endurecer la legislación contra el comercio de madera ilegal?
María Padrón
Fotografías de mi cámara: izq:Kaori en bosque Isla del Norte-Nueva Zelanda. /dcha:bosque de lengas en Usuahia, Argentina
Fuentes:
www.greenpeace.org
www.gobiernodecanarias.org
http://www.ecologistas/ en acción
http://www.el/ blog verde
Burkina Faso-Rios de arena. En Portada. La 2. Emitido: 09/06/08
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