Presencia poderosa, sereno de ánimos, confidente íntimo, crucificado bondadoso y compasivo, El Cristo de La Laguna es para los creyentes cristianos mucho más que una bellísima talla en madera. Incluso los no muy dados a esas cosas misteriosas del más allá, sienten en el acá más próximo su fuerza sustentadora en los momentos de dolor, de pérdida y desasosiego. Siempre está…sin tener en cuenta si le fallas, si te equivocas, si pierdes los papeles, si eliges el camino menos bueno…siempre está. Hace unos meses terminaron de limpiarle los miasmas acumulados durante 5 siglos de penas y lágrimas compartidas, de barnices que con la mejor voluntad le fueron untando para darle más brillo, asfixiando su esencia… La nobleza se compara en el lenguaje de los hombres como “de buena madera”, no se pica, no se pudre, en relación con los elementos que hay en su entorno. Pero debe cuidarse, como todo en la vida y en la muerte… dejarle respirar un aire más limpio. Restauradas las grietas, el mechón caído y sostenido por un alambre, por encima de opiniones sobre su menos tostado color, esta magna imagen piadosamente esculpida por Louis Der Vule hacia el 1514, pasea su luz por las calles laguneras, bajo un sol de justicia, engalanadas en su honor, brillando su humildad, su compasión y su paciencia sobre la plata pulida, más resplandeciente que nunca…¡Feliz dia!
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Santísimo Cristo de La Laguna, foto de A.J. |
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