Cae la tarde. El sol luce su amarillo naranja a
punto de ocultarse en la línea del horizonte. Otro día que pasa acumulando
experiencias, emociones, vida. Todas esas cosas que se van guardando en los
armarios y que de vez en cuando sacamos para darles un poco de aire, quitarles
el moho, limpiar a fondo y volver a guardar como preciosos tesoros testigos de
nuestras vivencias. Trajes de faralaes, los de gitana de toda la vida infantil,
cotillones sobrantes de fines de años pasados que se usarán sustituyendo algún
olvido futuro, zapatos antiguos y algunos viejos que de tan cómodos nos negamos a
desahuciar, abrigos y gabardinas que se mueren de la pena por no salir de paseo
con este calor que nos derrite y que no quiere irse para dejar paso al otoño y éste
al invierno…Tirar y soltar pasado para dejar sitio a lo tiene que venir, dicen…pero
como esas prendas cómodas y entrañables que nadie más que tu sabe de su agasajo,
que se te acoplan al cuerpo y a tu piel como ninguna otra, guardamos recuerdos,
canciones, músicas, letras y libros que nos han hecho sentir únicos, especiales,
entendidos y comprendidos en medio de la algarabía del día a día. Esas cosas no
se pueden tirar a la basura o en un contenedor de reciclado porque forman parte
de nosotros y solo nosotros sabemos darle un nuevo uso, rescatar del fondo del armario aquello que
estuvo pasado de moda y que vuelve con rabiosa actualidad. Entre los armarios y
el campo de batalla que durante un par de días se monta en la casa, hay una
pausa que te saca de ese mundo en el que solo para ti tiene o no sentido lo que
encuentras. Un conciertazo de Fito & Fitipaldis te mete otra vez en tus armarios, como cuando eras pequeño y te
encerrabas en ellos para jugar al escondite o simplemente aislarte con tus
muñecos…No todos reaccionamos igual ante el mismo estímulo. Mientras unos no
podían reprimir las ganas de ponerse de pie y rockanrrolear, otros paladeaban
en silencio las románticas letras y los acordes de unos músicos magníficos que
no solo tocan los más variados instrumentos de una gran banda, sino la fibra de
cada uno de los asistentes. Fito y Fitipaldis también parecían haber estado hurgando
en sus armarios, porque tocaron canciones que hacía tiempo que no tocaban.
Incluso algunas tenían ritmos reciclados, bueno, versiones y "transformers". Fue una experiencia genial que guardaremos en alguno de nuestros
cajones para sacarla y airearla de vez en cuando…Gracias…
Concierto de Fito & Fitipaldis en el Auditorio de Tenerife el de octubre de 2012.-
María, me he sentido totalmente identificada con tu texto sobre los armarios y lo difícil que resulta deshacerse de algunas prendas especiales, que tienen un significado tan personal, como Aquellas pequeñas cosas, que canta Joan Manel Serrat... Felicidades.
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