En la calle el frío gélido cortaba la respiración. Sin embargo, el cielo de Pekín lucía tan azul como los volados de los tejados de la Ciudad Prohibida que se veían a la derecha camino del Beijing Center for the Arts. La inicial contrariedad de una reunión cancelada, dio paso a la emoción de visitar una exposición de gran envergadura, incluso un par de días antes de su inauguración. Cosas del destino que juega a su capricho con estos pobres seres que tratan de entender sus artimañas, enredos y desvaríos…que vuelve locos a los genios que vislumbran un hilo de posible realidad, repudiados o burlados por esa masa que solo respira, engendra más masa y muere vacía y sin contenido...
En la entrada esperaban al pequeño grupo que acompañaba a la organizadora del evento, hermana de la artista, orgullosa y contenta del interés que despertaba la obra y su exhibición. Tres mil invitados solo para la inauguración.
Ni hao, ni hao! Puertas que se abren, escaleras normales y corrientes, cierto desconcierto y, de repente, un nicho gigante forrado de negro brillante acolchando paredes, muros, columnas y suelo. Un resto de olor a pegamento agitaba las pituitarias y la visión de los restos óseos de esqueletos en oro golpeó con fuerza el cerebro. Más desconcierto. Inseguridad. ¿Qué es esto? Oh. Vaya. Se ha invertido mucho en esta instalación. Hay mucha expectación. Lin Tianmiao es una de las artistas contemporáneas más reconocidas de China. Después del Beijing Center for the Arts se llevan la exposición al Moma de Nueva York. Oh. Vaya. El nicho negro con huesos en oro de dos plantas era solo la bienvenida. Otro pequeño tramo de escaleras normales y corrientes bajaban a las catacumbas más maravillosamente idealizadas que se puedan imaginar. Un trabajo de dos años en los que la artista se centró tras la muerte de su madre. Lo macabro de un osario cubierto de hilos de seda, cada cúbito, cada falange, las cuencas de los ojos en rosa chicle y verde pistacho como burlando a la misma muerte gritando luz frente a las tinieblas, calaveras dulces frente al dolor de lo que representan…como el sabor agridulce de la salsa china que refleja el mundo en torno al cual esa cultura se mueve desde hace milenios, ying-yang, alegría-dolor, reposo-acción, ese equilibrio tan difícil de encontrar…Armonía y belleza en la muerte, en el fin de la materia. Paz. Libertad.
Un prestigioso fotógrafo (cuyo trabajo se puede ver en la web) trabajaba mientras la sala estaba vacía de gente y deslumbraba con su contenido. Apetecía tocar las obras como comer una nube de azúcar en una feria. Pero lejos la intención de satisfacer el deseo, los ojos escudriñaban de cerca el trabajo de bordado de los grandes cuadros monocromáticos en plata, negro, toda la gama de dorados y amarillos y rosa…cuánto trabajo, un taller de bordadoras hizo falta para llevarlo a cabo. Ojalá que el dinero que está moviendo al Gran Dragón no termine con esos oficios de artesanía como en Occidente, que las máquinas no sustituyan la labor de infinita paciencia y amor en cada puntada y que los niños no dejen de aprender lo que es el huso de una rueca porque los editores publican en los cuentos que se pinchó con una aguja ¿por qué? ¿para evitarles el ínfimo esfuerzo de aprender una nueva palabra, quizás por ser un artilugio viejo?
Uno de los amigos chinos que formaba parte de esta experiencia está leyendo en francés “El universo cuántico” de Brian Green. Al parecer es difícil de conseguir en China. Cuando las lágrimas de la emoción y el nudo en la garganta al salir de ese otro mundo tan o incluso más real que el que ofrece el microbús, la calle asfaltada, el aire helado, permiten expresar sucintamente la tremenda fortuna de tal vivencia, la gratitud por la gracia divina de poder vivirlo es infinita, paralela, atemporal, como ese universo cuántico mágico en el que también en la serie de ficción, la antropóloga Dra. Brenan –Bones- le dice al inspector del FBI Booth que la cuántica demostraba que el pasado, el presente y el futuro no son reales tal y como los “conocemos”, que el tiempo interacciona y el pasado se vuelve presente y futuro y futuro pasado presente…ficción- no ficción…de cualquier forma, es “Lo mismo”, “The Same”…gracias.
En la entrada esperaban al pequeño grupo que acompañaba a la organizadora del evento, hermana de la artista, orgullosa y contenta del interés que despertaba la obra y su exhibición. Tres mil invitados solo para la inauguración.
Ni hao, ni hao! Puertas que se abren, escaleras normales y corrientes, cierto desconcierto y, de repente, un nicho gigante forrado de negro brillante acolchando paredes, muros, columnas y suelo. Un resto de olor a pegamento agitaba las pituitarias y la visión de los restos óseos de esqueletos en oro golpeó con fuerza el cerebro. Más desconcierto. Inseguridad. ¿Qué es esto? Oh. Vaya. Se ha invertido mucho en esta instalación. Hay mucha expectación. Lin Tianmiao es una de las artistas contemporáneas más reconocidas de China. Después del Beijing Center for the Arts se llevan la exposición al Moma de Nueva York. Oh. Vaya. El nicho negro con huesos en oro de dos plantas era solo la bienvenida. Otro pequeño tramo de escaleras normales y corrientes bajaban a las catacumbas más maravillosamente idealizadas que se puedan imaginar. Un trabajo de dos años en los que la artista se centró tras la muerte de su madre. Lo macabro de un osario cubierto de hilos de seda, cada cúbito, cada falange, las cuencas de los ojos en rosa chicle y verde pistacho como burlando a la misma muerte gritando luz frente a las tinieblas, calaveras dulces frente al dolor de lo que representan…como el sabor agridulce de la salsa china que refleja el mundo en torno al cual esa cultura se mueve desde hace milenios, ying-yang, alegría-dolor, reposo-acción, ese equilibrio tan difícil de encontrar…Armonía y belleza en la muerte, en el fin de la materia. Paz. Libertad.
Detalle de One and The Same, Lin Tianmiao. Beijing Center for the Arts. (foto de María Padrón) |
The Same, Lin Tianmiao Beijing Center for the Arts (foto de María Padrón) |
Uno de los amigos chinos que formaba parte de esta experiencia está leyendo en francés “El universo cuántico” de Brian Green. Al parecer es difícil de conseguir en China. Cuando las lágrimas de la emoción y el nudo en la garganta al salir de ese otro mundo tan o incluso más real que el que ofrece el microbús, la calle asfaltada, el aire helado, permiten expresar sucintamente la tremenda fortuna de tal vivencia, la gratitud por la gracia divina de poder vivirlo es infinita, paralela, atemporal, como ese universo cuántico mágico en el que también en la serie de ficción, la antropóloga Dra. Brenan –Bones- le dice al inspector del FBI Booth que la cuántica demostraba que el pasado, el presente y el futuro no son reales tal y como los “conocemos”, que el tiempo interacciona y el pasado se vuelve presente y futuro y futuro pasado presente…ficción- no ficción…de cualquier forma, es “Lo mismo”, “The Same”…gracias.
Detalle de The Same for N Times, Lin Tianmiao. Beijing Center for the Arts (foto de María Padrón) |