Nunca pensé en la posibilidad de ver a Julie Andrews en persona. Al comprar la entrada para The Gift of Music, no contaba con que cantase todo el tiempo, ni con la voz que tenemos registrada en lo más profundo de nuestro cerebro, tras toda una vida de Mary Poppins y Frau María (Sonrisas y lágrimas o The sound of music), de supercalifragilisticoespialidoso y Do- re- mi...Pero tampoco esperaba que se pasaría dos horas sentada en un taburete como maestra de ceremonias o hada madrina, según el caso, sin cantar más que el do-re-mi y Edelweis arropada por la fantástica Royal Philharmonic Orchestra y 5 cantantes que ponían la voz que ella ya no tiene por culpa de una operación en las cuerdas vocales años atrás. Fue una pena. Quizás hubo incluso enfado en algunos momentos, sobre todo en la segunda parte, en que parecía que nos hubiesen engañado convocándonos para presentar el cuento que la artista ha escrito con su hija y que fue narrando con su elegancia particular.
El público había estallado en ovaciones, fervoroso hasta ponerse en pie nada más salir a escena, sin que siquiera hubiese emitido sonido alguno, simplemente porque era ella, Julie Andrews, que con su sola presencia hacía aflorar las emociones guardadas desde nuestra más tierna infancia entre hipidos y lágrimas difíciles de contener. La artista agradeció el recibimiento aclarando que ya no podía cantar como la jovencita que se proyectaba en la pantalla mientras repasaba su historia y las anécdotas de cuando empezaba en esto del mundo del espectáculo. Y afirmó que, a pesar de su voz a lo "old man river" demostraría el poder de la música. Los minutos pasaban y no cantaba...quizás en la siguiente...Al menor amago, se oían los aplausos animándola a seguir. Mary Poppins no aparecía, de hecho nunca apareció ni con su poco de azúcar, ni con supercalifragilistico, ni con los dos céntimos de hilo y papel con los que unas alas puedes tejer para ver en el cielo la cometa volar. Volaron los sueños de haber compartido con la niñera parte de las canciones de siempre. No supo ver que los 20.000 admiradores del O2 tan solo querían escucharla entonar unos pocos compases. Se hubiese evitado la decepción. Decepción y tristeza. Una pena.
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Siempre hay decepción cuando esperas recibir algo y no recibes. Lastima que ya no se pueda oir su bonita voz, creo que mayor que la nuestra sera su tristeza. El dolor del que un dia cantaba y yo ya no puede cantar...
ResponderEliminarYo no conozco en persona a Julie Andrews, pero conozco a Frau Maria y en mas de una ocasión he visto a Mary Poppins en acción.
Yo fui una de las 10000 afortunadas/os que la vimos cantar en el Arena el 8 de mayo y tengo que decir que lejos de salir decepcionada salí aún más admirada , hay que tener en cuenta que tiene 74 años y y llegó a perder la voz completamente después de la operación,lo siento profundamente por los espectadores decepcionados que al parecer no eran seguidores de Julie Andrews sino de la soprano ligera que interpretó a Mary Poppins, pero los que realmente seguimos el proceso de su operación, su pérdida de voz, y por tanto su desaparición del panorama público, salimos felices, orgullosos y emocionados de escuchar cantar en directo a Miss Julie Andrews, que aunque no posee su tesitura de soprano ligera, sí nos regaló su magnífica voz repleta de ricos, amplios y limpios sonidos graves y medios.
ResponderEliminarTengo que añadir que nunca ví un público más feliz a la salida del concierto.
sinceramente era lo esperado no?? La rabia es que vendan el concierto como lo que no es, o quizá sea la gente la que se hizo expectativas. Sobre todo porque Mary poppins, si existió, fue en el recuerdo de lo que vimos y sentimos hace muchos años. Es lo que tienen las expectativas... que generan frustraciones. Sobre todo cuando las proyectamos en una o varias personas.De todos modos un lujo ver en persona a la encargada de hacerte sentir tantas cosas no??. Besitos
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